Lun 14.06.2004
libero

No la dejés picar

El siguiente cuento es uno de los 17 relatos futboleros del libro Del diario íntimo de un chico rubio (y otras historias futboleras), del periodista, escritor y psicólogo social Walter Vargas. La publicación, que cuenta con el prólogo del periodista Alejandro Apo, es el segundo título de Ediciones Al Arco, la primera editorial argentina de literatura deportiva. “Vargas logra transmitir tanto la crispación de aquel que escucha por radio un partido decisivo, como la angustia de ese otro que asiste a un tiro libre sobre la hora a favor de la contra en un partido empatado, pasando por el éxtasis de convertir un golazo en el picado entre amigos de los miércoles a la noche”, resume Roberto Fontanarrosa desde la contratapa.

Por Walter Vargas

No la dejés picar, Tonito, me decía Don Alfredo, y bien clarito que me lo decía. No la dejés picar, Tonito, me inculcó desde la octava, no la dejés picar. Bien que me lo había dicho, el maestro, con ese vozarrón de aguarrás que te rompe los oídos cuando lo tenés cerca y lo escuchás desde la otra cuadra cuando va a esos programas de televisión donde los entendidos comentan los partidos que pasaron y los que vendrán. No la dejés picar, Tonito, me aconsejó la mañana del debut en octava. Primero me palmeó la espalda, después me dijo vos entrá y hacé la tuya, y yo pensé cuál será la mía, porque la mía, la mía, no la tengo clara, todavía, a veces me salen algunas cosas, a veces me salen otras cosas, a veces no sale nada. Vos entrá y hacé la tuya, me aconsejó Don Alfredo. Y me dijo, el maestro, no me la dejés picar, así me dijo, no me la dejés picar, como si la pelota fuera suya. Y me dijo un montón de cosas, a mí, que me tuvo desde la octava, cuando era Tonito y no el Chapu, como ahora, como me bautizó Perico Alves cuando entré a practicar con los de primera, y les dijo otro montón de cosas a los demás muchachos de mi camada. Chapu no me dijo nunca, él se quedó con Tonito, le gustó Tonito. Y desde la octava me dice Tonito el maestro. Una vez cayó mi viejo al entrenamiento y cuando terminó le hizo señas con una mano, lo llamó, mi viejo, a Don Alfredo. Y Don Alfredo, que es un caballerazo, y jamás te va a dejar con la palabra o el saludo en la boca, se le acercó, le preguntó qué se le ofrece y mi viejo le dijo, no sé si debo, y Don Alfredo, que no lo conocía a mi viejo, le dijo vea, si vino hasta acá es porque cree que debe, qué se le ofrece, insistió. Y mi viejo le dijo soy el padre de Tonito. El maestro puso cara de no entender nada, vea, le dijo, no conozco a ningún Tonito, está en un error, y mi viejo se puso colorado como un tomate y le contestó, al maestro, disculpe, soy el padre de Antonio Larramendi, quisiera que usted me diga la verdad, si tiene condiciones, si le ve pasta. ¿Así que Tonito?, Tonito Larramendi, Tonito le va a fenómeno, mirá vos, Tonito, bueno, vea, sí, el pibe tiene condiciones, ningún superdotado, para qué le voy a mentir, pero va a llegar porque sabe escuchar, aprende rápido, Tonito.
Y Don Alfredo debe haber nacido para enseñar, porque siempre se la pasa enseñando, con ese vozarrón, con esa energía que, a veces, cuando se cabrea, hace que se te frunza, no te entra un alfiler cuando el maestro hace bocina con las manos y te grita no la dejés picar, o no me la metás en el fuego, o llevala por la orilla, o hacela circular sin calesiteo, o bartoleá sin miedo que no estás en un almuerzo de la Legrand. Qué sé yo, mil frases de ésas que el maestro vive como clases prácticas, porque él dice que sobran los técnicos guitarreros, con mucho piripipí, que no saben tres pepinos de nada, pero que él no, él es un técnico al pan, pan. Cuando yo lo tenía en la octava, en la sexta, hasta en la quinta, me cagaba a pedos de lo lindo, ni una me perdonaba el maestro, me dejaba los oídos a la miseria con tanto grito, uf, me castigaba a full, Tonito por ahí no, Tonito por ahí sí, Tonito esto, Tonito lo otro y, sobre todo, Tonito no la dejés picar, no me la dejés picar, Tonito. Y el jueves, cuando nos enteramos de que había renunciado Suárez y la Comisión de Fútbol había llamado de urgencia al técnico de las inferiores, me dije mirá vos, Tonito, otra vez con Don Alfredo, a ver si te pone de entrada. Y me puso el maestro, nomás, y eso que en la charla técnica ni me miró, como si ya supiera que yo sabía lo que él sabía, qué esperaba de mí, nada, ni me miró, los de arriba esto, esto, lo otro y aquello, pero ni me nombró, ni me miró, pero cuando salíamos para la cancha y sentíamos el quilombo que hacían ellos, que se estaban jugando la ropa y habían traído hasta el loro, me abrazó, así como aquella vez en el debut con la octava, y me dijo lo que yo sabía que me iba a decir. Firme el vozarrón, como de cantor de tangos, el maestro me recomendó: no la dejés picar, Tonito, no me la dejés picar. Y resulta que me llegó ese pelotazo cruzado, para mí que iban 38 o 39, 40 a lo sumo, cuando Britos tiró ese pelotazo cruzado, bombeado, y cuando la pelota venía en el aire me acordé de los consejos del maestro,que siempre me lo dijo bien clarito. No la dejés picar, Tonito, no me la dejés picar, Tonito, me inculcó Don Alfredo desde la octava. Así que hice lo que lo que tenía que hacer, lo que me salió y me salió fenómeno, tan fenómeno me salió que ya se lo conté como cien veces a todos estos periodistas que fueron a verme a los vestuarios. ¿Qué hice? La dejé picar, esperé que me saliera el arquero y se la puse por arriba. Flor de gol, un golazo, y eso que le llevé la contraria a Don Alfredo con eso de no la dejés picar, Tonito, no me la dejés picar. Pero no hay nada que hacerle, Don Alfredo es un caballerazo, un tipazo es, minga que te va a encanar, mirá lo que dice en el diario, dice que la victoria de ayer fue el fruto del trabajo de la semana y que lo alegra doblemente porque el gol lo hizo un pibe que tiene desde la octava, y dice, el maestro, que se siente reconfortado porque la forma en que definió Tonito Larramendi es una clara muestra de cómo el pibe asimiló las enseñanzas y que eso vale más que los tres puntos, que un campeonato, que no se paga con todo el oro del mundo, que lo llena de emoción, lo llena.

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