Lun 24.06.2002
libero

QUE HAY DETRAS DE LA ELECCION DEL TECNICO DEL SELECCIONADO

Operación Celeste y Blanca

Descontada la salida de Marcelo Bielsa, algunos factores periféricos del poder futbolero se disputan el derecho de decidir quién lo sucede. Grondona ya le puso la tapa a Bilardo, pero quiere resolver la sucesión de acuerdo con sus tiempos, sin olvidarse de los sponsors y la deuda de la AFA. Qué pasó en las últimas horas en el J-Village, y qué puede ocurrir con José Pekerman.

› Por Gustavo Veiga

Resulta evidente que una o varias cuestiones fallaron y el concepto supera las fronteras del planteo que la Selección Nacional expuso mientras disputó el Mundial, o si Gabriel Batistuta y Hernán Crespo debieron haber compartido unos cuantos minutos sobre la cancha. La reflexión engloba el incumplimiento de compromisos, desplantes, actitudes obcecadas, estrés acumulado en dosis alarmantes y hasta el conflicto larvado que distanció a Julio Grondona de Marcelo Bielsa, un símbolo de la incomunicación en medio del naufragio. A esta altura queda claro que ni la apelación a una “pelota que no quiso entrar”, sostenida por el presidente de la AFA, ni la ligera autocrítica a que se sometió el técnico cuando utilizó la palabra “fracaso” a su regreso, explican demasiado las cosas. El primero con sus mensajes monotemáticos –alentados en gran medida por la ansiedad de la prensa– y el segundo con su silencio encapsulado contribuyen a que no se juzgue como corresponda un ciclo que, mientras los éxitos gobernaban, parecía incuestionable. Sin embargo, hoy asistimos al revés de la trama. A una historia donde el dinero y una forzada convivencia han tenido un peso que no debe soslayarse, simultáneos al azar de un gol esquivo o a la inclusión en el denominado “Grupo de la Muerte”.
Las frustraciones generan a menudo reproches, y esta vez no fue la excepción. Algo se quebró cuando trascendieron las diferencias económicas entre Bielsa y la AFA pero, además, se agravó con la eliminación. Aunque Grondona lo niega (ver entrevista aparte), uno de los dirigentes que lo acompañó en Japón sostuvo que el entrenador le negó el saludo 24 horas después de que el Seleccionado quedara marginado del Mundial. “Yo vi desde un pasillo en el Japan Village que Julio le extendió la mano y el técnico siguió de largo. Se nota que no aprobó la materia comunicación”, le mencionó la fuente a este cronista. Desde la otra vereda, uno de los hombres que reivindica a Bielsa sin titubeos, el ex presidente de Vélez, Raúl Gámez, cuenta que un allegado al técnico le confió “lo mucho que sufrió Marcelo con Grondona”.
Gámez, quien conoce muy bien al rosarino desde la época en que lo contrató para dirigir a Vélez, fue uno de los escasos personajes del fútbol que se acercaron a Ezeiza para recibir a Bielsa. Ese sábado, bien temprano, llegó acompañado al aeropuerto por los ex directivos de Vélez, Pizzoglio y Slutzky, y ni siquiera pudo saludarlo. Allí, en cambio, sí pudo matizar la espera con Carlos Altieri, un íntimo amigo del técnico. Muy pronto, Gámez y Bielsa acaso compartan un asado en Máximo Paz, en la provincia de Santa Fe, donde este último se refugió desde que arribó de Japón. La amistad que se dispensan es proporcional a las diferencias que tienen con Grondona desde hace tiempo.
Japan history
La última vez que el presidente de la AFA y el técnico intercambiaron un puñado de palabras de circunstancia fue en el vestuario del estadio en Miyagi, tras la eliminación con Suecia. Grondona forzó el encuentro, hubo un gesto de contención y nada más. Horas después, cuando el plantel llegó al Japan Village, lo esperaba allí casi todo el personal que había trabajado en el lugar de la concentración argentina. La mayoría de la delegación, ensimismada en su duelo, siguió de largo ante los japoneses que, frustrados como los jugadores, los aguardaban más allá del horario laboral.
Esa madrugada interminable comenzó a definirse quiénes viajarían hacia Europa y quiénes continuarían con destino a Buenos Aires. Y los dirigentes, pese a que sacaron las cuentas –cada pasaje en clase ejecutiva desde Tokio a Roma les costó alrededor de 6 mil dólares– no pusieron reparos a la abrupta y fragmentada retirada. Al día siguiente vendría lo peor. Se trataba de encontrarle una explicación a lo inexplicable, sin Bielsa. Ante una misma mesa coincidieron Grondona -había llegado desde Tokio a Naraha–, José María Aguilar, Roberto Digón,José Luis Meiszner, Juan Carlos González y José Pekerman. Allí se habló de lo que vendría y quedó en manos del técnico delinear el porvenir. No obstante, perdurarían las imágenes del desencuentro y la incomprensión.
Hoy se conocen algunos detalles que remontan al pasado, producto de las grietas que tuvo la convivencia entre los dirigentes y Bielsa en el Japan Village de Naraha. Por ejemplo, que la AFA habría cargado con los gastos de dos fisioterapeutas extranjeros contratados para recuperar a jugadores que nunca se pusieron a punto físicamente. O, como deslizan desde el entorno de Grondona, que “Bielsa tuvo la suma del poder”, a tal extremo que “se desestimaron partidos amistosos por 500 mil dólares porque no le gustaban los rivales”. Consultados estos dirigentes sobre si no tenían nada que reprocharse respecto del trato que le dispensaron al técnico, uno contestó desde el anonimato: “A lo sumo, no le habrá gustado la cara que puso alguno de nosotros”.
Son los mismos que entraron en emergencia el día que, desde Cuba, llegó un anuncio impactante: Diego Maradona viajaría a Japón para acompañar a la Selección si el equipo superaba a Suecia. “Hubiera sido inimaginable el quilombo que se armaba si Diego aparecía en la concentración”, confió la misma fuente. En ese marco, sin diálogo, con directivos mirando ciertas prácticas a hurtadillas y denostando al técnico por su falta de comunicación en los pasillos del J-Village, la delegación argentina de 54 personas –que incluía a 14 futbolistas juveniles– no vivía en demasiada calma.
Bielsa, ya en el avión y de regreso a Buenos Aires, encontraría la paz que no tuvo en Japón, acosado por adversarios invisibles y no tanto. Un somnífero le permitió reconciliarse con el sueño a poco de que la nave carreteó sobre la pista de Tokio. Cuando pisó tierra argentina, ya tenía decidido que no daría la conferencia de prensa en el predio de la AFA, como le habían sugerido. Su último acto formal como director técnico de la Selección sería en el Aeropuerto de Ezeiza, rodeado de periodistas que se disponían a escucharlo con avidez.
Operativo Grondona
Desde que el equipo quedó eliminado en el Mundial, e incluso antes –el momento hay que ubicarlo apenas terminó el partido con Inglaterra en Sapporo–, el presidente de la AFA se encargó de difundir una versión maquillada de los hechos que iban aconteciendo. Respaldó a Bielsa y, además, le ofreció a través de los medios la renovación de su contrato que vence el próximo domingo. El técnico, con su proverbial y minuciosa dialéctica, le respondió a su arribo a Buenos Aires que hablaría sobre “hechos reales”. Tiene razón cuando lo afirma, aunque es una verdad de Perogrullo que la propuesta para continuar en el cargo nunca se concretará.
En rigor, si así ocurriese, al entrenador le ofrecerían un convenio mensual que orillaría los 50 mil pesos –no más de lo que gana Manuel Pellegrini en River, por ejemplo–, o sea, unos 14 mil dólares. La suma está lejos de los 30 mil dólares mensuales de sueldo que percibirá hasta el último día de su contrato vigente por cuatro temporadas. Eso, si no se cuentan los 800 mil dólares anuales de prima, distribuidos en diez cuotas y de las cuales a Bielsa aún le resta cobrar una parte considerable.
“No voy a dar un paso en falso, ni nadie me llevará de las narices”, dijo Grondona el martes pasado, desde Tokio, a este diario. La seguridad con que lo afirma se apoya en su experiencia y en el espíritu refractario con que siempre rechazó las críticas a sus decisiones sobre la Selección Nacional. En Oriente –comentó el dirigente– ya resistió las embestidas de Carlos Bilardo y del periodista Fernando Niembro. “Cuando lo encaré, Bilardo no sabía qué decir. Les adelanté que no voy a darles bola”, agregó con cierta jactancia.
Así, en su ausencia, Aguilar, el presidente de River, anunció en la primera reunión del Comité Ejecutivo de la AFA tras la desazón del Mundialque “en una próxima reunión se hablará del futuro”. Un futuro en el que, por un tiempo, los apellidos de los candidatos a ocupar el cargo de Bielsa sólo figurarán en las encuestas. Bianchi, Ruggeri y otros aspirantes más rezagados apenas forman parte de un juego periodístico. El hombre de Don Julio, como suelen llamarlo sus incondicionales, es José Pekerman.
A menos que se niegue a aceptar la propuesta por segunda vez.

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