Lun 26.12.2005
libero

LOS DIEZ IMPACTOS DEL DEPORTE ARGENTINO EN 2005

¡Hay gloria, bandera, vincha!

Son los momentos que más conmovieron a los fanáticos durante la temporada que se acaba, desde el éxtasis de la coronación hasta el asombro por lo que parecía imposible o el inmenso dolor de la pérdida irreparable. Postales del deporte nacional para revivir.

1. MASTER DE LOS MASTERS
(20 de noviembre: Nalbandian campeón en Shanghai)
Van 4 horas y 23 minutos de un partido extenuante, titánico, monumental. El suizo Roger Federer, el indiscutible número 1 del mundo, y el argentino David Nalbandian se juegan el tie break del quinto set de la final. Quien lo gane ganará el Masters de Shanghai, será el mejor entre los mejores. Hay, además, un premio de 700 mil dólares, y un despampanante auto de marca alemana. Pero eso no parece importarle nada a nadie. La gloria es incalculable, no se mide en metálico.
Federer ganó por 7-6 los dos primeros parciales. Nalbandian, los dos siguientes por 6-2 y 6-1. En el quinto, el triunfo cruza la red a raquetazos. Es mucho más que el último partido del último torneo de la temporada. Es un épico concierto de tenis, un derroche de talento y coraje, de pasión y energías. Nalbandian se pone 4 a 0 y su consagración se anticipa como inevitable. Pero Federer, resentido en el muslo izquierdo y en el tobillo derecho, iguala 4-4 y deja en claro por qué hasta aquí ha vencido en 81 de los 84 partidos que jugó en 2005.
El suizo quiebra el saque de David, se pone 6-5 y cuando está por arrancar el duodécimo game, los 8000 chinos que colman el estadio Qi Zhong por un instante dejan de atiborrarse con comida y baten palmas. Desde el principio han tomado partido por el número 1 del mundo y en cada pelota lo hacen saber. Federer se pone 30 a 0 y le faltan apenas dos puntos para ganar su tercer Masters consecutivo y su 12º campeonato del año. Pero David saca pecho y vuelca sobre la carpeta rápida su raza de campeón y de especialista en grandes eventos. Recupera el terreno perdido, fuerza el tercer tie break del partido y decide jugarse, como siempre, más que nunca, la vida y todo lo demás en cada pelota.
Nalbandian se pone 2-0, 4-2, 4-3, 5-3, 6-3. Hasta que una volea de Federer se acaba en la red y David se desploma en el piso y ahí se queda, con los ojos cerrados, sintiendo en cada hebra de su cuerpo exhausto cómo es eso de pasar a la historia. Después de 31 años, luego de que el inigualable Guillermo Vilas lo consiguiese en Australia, con lo último que le quedaba adentro, un argentino gana el Masters. Y ese argentino es David Nalbandian quien, en la madrugada del domingo 20 de noviembre, conmueve al país y al deporte celeste y blanco, haciéndoles vivir su instante supremo, el momento más glorioso del año.

2. Y TODO EL CIELO
(23 de junio: Ginóbili campeón de la NBA)
Ese jueves, Emanuel Ginóbili aprobó las materias que le faltaban para recibirse de ídolo nacional. Esa noche, hasta bien tarde, millones de hogares argentinos abandonaron lo que pensaban hacer y se imantaron delante de las pantallas de televisión para ver, sufrir, gritar, apenarse y explotar de felicidad, todo en un minuto, todo por culpa de Manu. Si hace quince años que un argentino jugara en la NBA era lo más parecido a una quimera deportiva, hoy ya no lo es. Hay cuatro argentinos en la cúspide del básquet del mundo. Pero uno solo es capaz de enamorar, ganar, gustar, salir campeón dos veces en tres temporadas y que su éxito sea el éxito de muchos. Su nombre: Emanuel Ginóbili.
El dueño de la camiseta número 20 de San Antonio Spurs ganó su segundo anillo de campeón dándose todos los gustos: fue el segundo goleador, con 23 tantos, del último partido final (81 a 74 a Detroit), tras una serie agobiante de siete juegos. Y redondeó estadísticas notables: 6-11 en dobles, 2-2 en triples, 5-5 en libres, 5 rebotes, 4 asistencias y 1 robo. Pero la grandeza de Manu trepa mucho más allá de las cifras frías de una planilla. Que un estadio a pleno haya pedido a los gritos que lo consagrasen MVP (jugador más valioso) de la final, que haya marcado 11 puntos decisivos en el último cuarto haciéndose cargo de la definición sin que nunca le tiemblen las manos, que la sola mención de su nombre dispare de la boca de su entrenador, Greg Popovich, destellos de admiración, es una prueba de hasta dónde ha llegado el salto de este flaco zurdo de Bahía Blanca en la meca del básquetbol. Nadie sabe hasta dónde puede trepar Manu. Pero todos ya sabemos lo que es: el orgullo del deporte argentino, ni más ni menos.

3. REVANCHA DE LOS AUDACES
(Boca tricampeón con Basile)
El año 2005 tuvo dos calendarios para Boca. El del primer semestre fue triste. La campaña en el torneo Apertura fue tan mala que no pudo clasificarse para la Copa del 2006. Y la de este año terminó pésimo con aquella goleada por 4-0 frente a las Chivas de Guadalajara en México y el escándalo del desquite que quedó inmortalizado con el escupitajo de Jorge Benítez al Bofo Bautista, que acabó por costarle el puesto de director técnico.
Para lavar la afrenta, Macri hizo de las suyas: se movió rápido, puso varios millones sobre la mesa y compró lo mejor que había en el mercado. Trajo a Daniel Díaz, Bilos e Insúa, repatrió desde Europa a Ibarra y a Battaglia y con la designación de Maradona como vicepresidente de la Subcomisión de Fútbol dio el golpe de escena que faltaba. Bajo el inmenso paraguas protector de Diego arribaron Alfio Basile como DT y Krupoviesa. Y con esos nombres y con los que ya estaban, quedó armado el nuevo equipo de los sueños con una obligación breve pero contundente: ganar todo.
El resto es historia demasiado conocida y celebrada. En el segundo semestre, Boca jugó tres torneos (la Recopa Sudamericana, el Apertura y la Copa Sudamericana). Y se llevó los tres con un fútbol audaz, ofensivo, que asumió riesgos y no reparó en precauciones. Con tal de ganar, Boca dio ventajas. Pero el estilo principesco de Gago, la regularidad de Battaglia, las corridas de Bilos, el temple de Insúa y las apariciones endemoniadas de Rodrigo Palacio arreglaron todo. Tan convencido estaba Basile de que al final de este camino sólo esperaba el triunfo, que se rió de los agoreros y puso siempre los mismos once porque los buenos equipos se saben de memoria. Nada resultó sencillo. Pero en un fin de año que nadie podrá olvidar, en cuatro días, Boca pegó dos gritos de campeón. Y ese estruendo de multitudes felices borró todo lo demás.

4. EL AÑO DEL DIEZ
(Las dos caras de Maradona)
Venía mal Diego. Después de la crisis de 2004, su figura obesa, casi deforme, y algunas poco felices apariciones y declaraciones públicas anticipaban un 2005 lleno de riesgos y amenazas. Ahogado por su gordura, apenas si podía hablar. Hasta que de improviso viajó a Colombia. Y un día llegó la noticia de que en Cartagena se había sometido a un by passgástrico para reducirle el tamaño de su estómago y el descontrol de su apetito. El milagro operó de inmediato. Otro día, Diego reapareció sin tener que ver nada consigo mismo. Con 40 kilos menos y una dieta estricta como pocas, recuperó la capacidad de parecerse a una persona normal. Y con su nueva figura, una autoestima renovada, y algunas nuevas (y buenas) compañías, cambió su vida y empezaron a lloverle las propuestas. Macri lo convocó para manejar el fútbol de Boca. Grondona le ofreció un cargo en el cuerpo técnico de la selección. Adrián Suar lo convenció de que tenía futuro como animador de televisión. Les dijo que sí a Macri y a Suar. Y Boca salió campeón, y su “Noche del Diez” fue el programa del año, y todo el país (y todo el mundo se alegró) de verlo bien. Rescatado, eso dice, de sus infiernos, activo, claro, rodeado del amor de sus hijas, del cariño de su Claudia. Fue una de las mejores noticias del año: Maradona ha vuelto a ser feliz. Que no decaiga.

5. NACIO UNA ESTRELLA
(La explosión de Lionel Messi)
El 2 de julio, la Argentina ganó por quinta vez el Campeonato Mundial Sub- 20. En Utrecht, Holanda, el equipo que dirigía Francisco Ferraro venció por 2 a 1 a Nigeria y logró una consagración que siempre estimula y sienta bien. Pero cuando el futuro escriba la historia, este campeonato será recordado por un solo dato: la aparición, explosiva, de uno de los jugadores más portentosos de los últimos tiempos. Lionel Messi era, hasta entonces, una promesa. Después de ese torneo, fue un crack, una superfigura cuyo techo nadie parece autorizado a suponer. Para muchos, el heredero de su Majestad, Diego Armando Maradona.
Messi fue determinante como pocos en el equipo campeón. Jugó, hizo jugar, marcó 6 goles, incluidos los dos de penal de la final, hizo hacer otros tantos y mostró toda la pasta de un crack y más también. El Balón de Oro que ganó como Mejor jugador del torneo y el Botín de Oro que se adjudicó como goleador fueron la consecuencia de tanto genio suelto. Hoy nadie tiene dudas: a los 18 años, deslumbrando a cada paso en el Barcelona y en el seleccionado argentino, Messi ya es uno de los mejores del mundo. El futuro le pertenece por prepotencia de talento. Y en el Mundial de Alemania lo aguarda la consagración, con la celeste y blanca inflándole en el pecho.

6. EL MEJOR FUTBOL DEL MUNDO
(8 de junio: Argentina 3, Brasil 1)
El fútbol total. Presión, toque, movilidad, velocidad, gol, riqueza individual, solidez colectiva. Todo eso volcó Argentina sobre Brasil cuando los dos gigantes de Sudamérica se toparon por las Eliminatorias en el Monumental. Brasil llegó henchido de orgullo y repleto de figuras. Pero el primer tiempo del equipo de Pekerman fue un espectáculo. Rozó la perfección. Y el 3-0 que redondeó esos 45 primeros minutos para el delirio no exageró. Los dos goles de Crespo y el de Riquelme fueron el corolario de la paliza futbolera y la catarata de aplausos que bañó la despedida de la selección, la medida exacta de la admiración. El segundo tiempo fue otra cosa. Brasil se sacudió la modorra, Argentina se retrasó demasiado y el partido no tuvo nada que ver con lo que había pasado hasta allí. Pero esa noche todos dejaron el estadio con una convicción: jugando como lo hizo en el primer tiempo, Argentina no tiene contra. Jugando así, Argentina debe ser campeón mundial.

7. CUANDO UN IDOLO SE VA
(7 de agosto: Juan María Traverso abandona el automovilismo)
Nadie podía creerlo, pero era cierto. El rumor explotó en los boxes del autódromo de Olavarría, y algunos supusieron que se trataba de una broma. Pero no, era verdad. Solo, a medio vestir, parado delante de su buzo antiflama, a minutos de subirse a su Torino violeta para disputar una nueva competencia, Juan María Traverso, el piloto más ganador de la historia del automovilismo argentino, el último gran ídolo, el dueño de 6 títulos en el Turismo Carretera, de 7 en el TC 2000, y de 3 en el Top Race, había decidido el retiro. A los 54 años y luego de 35 años de campaña y de 743 carreras.
Nada hacía prever tan drástica decisión. El sábado, el Flaco había realizado una buena clasificación y más de uno lo había escuchado hablando con entusiasmo de construir un nuevo auto para la temporada 2006. Pero algo hizo clic en la mente del campeón. Y él lo explicó al día siguiente: “Me di cuenta de que ya no quiero correr. Al automovilismo le di hasta el último gramo de pasión que me quedaba”. En ese mismo momento, el corredor le dejaba paso a la leyenda.

8. EL CESPED LOS HIZO GRANDES
(17 de julio; Copa Davis: Australia 1, Argentina 4)
El sorteo no había sido contemplativo con la Argentina. Luego de ganarle a la República Checa en el Buenos Aires, el sorteo mandaba a definir loscuartos de final ante Australia y de visitante. O sea, en el césped, la superficie más ingrata de todas para los tenistas nacionales. Sin embargo, la maldición se espantó a fuerza de raquetazos. Y la derrota que se descontaba se transformó en un gran triunfo y en mucho más que eso: en el éxito más importante, por rival y superficie, que haya logrado la Argentina en toda su esquiva historia con la Copa Davis.
Nalbandian se puso el equipo al hombro y sacó la cara por todos. Venció en cuatro sets a Wayne Arthurs en un partido que arrancó el viernes y terminó el sábado. Junto con Mariano Puerta, formó el dobles que le ganó en tres sets a la pareja Hewitt-Arthurs. Y con la serie 2-1 a favor de la Argentina, el domingo dio el golpe de gracia humillándolo a Hewitt y demostrando que en el césped no hay imbatibles. La derrota posterior en semifinales ante Eslovaquia en Bratislava rompió el hechizo. Pero esa victoria ante Australia dejó una advertencia: la Davis no está lejos. Al contrario, está mucho más cerca de lo pensado.

9. LA BATALLA DE ROMA
(8 de mayo: Guillermo Coria cae en la final ante Rafael Nadal)
Fueron 5 horas y 15 minutos de emoción tras emoción. De tenis contra tenis llevado al límite de lo posible. El español Rafael Nadal y el santafesino Guillermo Coria jugaron como dos extraterrestres y protagonizaron sobre el polvo de ladrillo del Foro Itálico la final más extensa y dramática que recuerde la historia del Abierto de Roma, y una de las más tensas que se hayan visto en el tenis de todos los tiempos. Que haya ganado Nadal por 64, 3-6, 6-3, 4-6, y 7-6 (8-6) no le quitó nada de mérito a toda la magia y el esfuerzo que Coria puso y propuso en esa inagotable tarde italiana. La diferencia entre la victoria y la derrota sólo fueron dos pelotas mal jugadas en el último tie-break del partido. Así de simple. Así de emocionante.

10. HASTA SIEMPRE, MAESTRO
(7 de septiembre: muere Nicolino Locche)
Fue una de las grandes penas del año. Porque el adiós de Nicolino, a los 64 años y con los pulmones tapados de nicotina, dejó al boxeo sin el hacedor de sus máximas alegrías. Con él se marchó mucho más que un campeón mundial. O un boxeador que hizo estallar al Luna Park en los años ’60 y ’70. Nicolino fue el ídolo más grande, el más querido por todos, el rey del esquive y la picardía, el que seguía despertando ovaciones cada vez que subía al ring de Corrientes y Bouchard, el que convirtió el boxeo en el arte de pegar sin dejarse pegar. Por eso dolió tanto su partida. Olvidarlo será tan imposible como reponerlo, único e irrepetible.

Producción y textos: Daniel Guiñazú

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