Lun 16.09.2002
libero

VENCIO A BANFIELD 1-0 CON UN HOMBRE MENOS

Racing: un triunfo para sumar, pero no para ilusionar a sus hinchas

De entrada se quedó sin Campagnuolo, y las mejores situaciones de gol fueron creadas por los visitantes. Pero Pavlovich aprovechó la que tuvo ante el arco vacío, para asegurar los tres puntos que los fanáticos festejaron mesuradamente.

› Por Ariel Greco

Racing ganó de local. La noticia no dice mucho, salvo por algunos detalles que le ponen algún condimento. Fue su primer triunfo en casa en lo que va del Apertura, justo el día en que volvía a jugar en su estadio con el nuevo sistema de cámaras. Además lo consiguió con diez jugadores casi durante todo el partido, ya que a los cuatro minutos el arquero Gustavo Campagnuolo fue expulsado por una falta de último recurso. Eso sí, más allá de la victoria, la actuación de Racing no fue lo suficientemente convincente como para que su gente se ilusione. El único tanto del encuentro lo marcó Nicolás Pavlovich.
Aprovechó al máximo una de las pocas situaciones de gol que generó a lo largo del partido. Con eso le alcanzó para sacar adelante un partido que se le había complicado casi desde el inicio. Ni siquiera se habían estudiado cuando todo lo que se podía especular en la previa quedó archivado para otra ocasión. Sanguinetti metió un pelotazo largo a las espaldas de los centrales de Racing para la corrida de Daniel Bilos. El grandote le ganó a Ubeda y, cuando se iba a definir, Campagnuolo le manoteó la pelota fuera del área. Expulsión para el arquero y cambio de planes para Ardiles.
La línea de cuatro planteada por el entrenador perdió a uno de sus integrantes –Ramos–, por lo que los locales pasaron a defender con tres. Esa modificación motivó que Sebastián Romero debiera desdoblarse en defensa y en ataque. Así, el ex jugador de Gimnasia se paró como ocho, por momentos fue cuatro cuando Banfield presionó, y en otras ocasiones apareció como siete cuando la pelota la tuvo Racing. Ante tanto recorrido, Romero perdió peso, lo que aisló a Peralta en su posición de enganche. Por eso no sorprendió que la única vía de ataque fuese el atrevimiento de Milito, aunque su gambeta no era suficiente como para generar peligro.
Del otro lado, Banfield se encontró con un partido incómodo. Si bien el hombre de menos de Racing le simplificó su trabajo defensivo, por otro lado le cargó responsabilidades para las que no estaba preparado. Garisto planificó un partido para cerrarse con dos líneas de cuatro y aprovechar los espacios para contragolpear, pero se le armó uno con campo y pelota para dominar el trámite. Y ante ese panorama, los visitantes no tenían ni los hombres ni las ideas para concretarlo. Claro que, a pesar de ello, en la primera etapa las mejores (pero pocas) chances fueron para Banfield. La más clarita fue un rechazo desde el arco de Lucchetti que peinó Bilos para Colautti, pero el ex Boca no pudo definir con fortuna ante el buen cierre de Cuenca.
Nada parecía cambiar en la segunda mitad. Incluso Colautti tuvo dos posibilidades, aunque definió por encima del travesaño. Pero el que primero golpeó fue Racing. Milito peleó con Adrián González, que se equivocó al rechazar. La pelota le quedó a Sixto Peralta, que habilitó a Pavlovich para que tocara con el arco vacío. Las tendencias que se habían insinuado en la primera parte se profundizaron a partir del gol. Racing se replegó cada vez más cerca de su arquero, muy firme para resolver cada situación que se le presentó. Para Banfield, el problema fue cada vez más difícil de resolver. Abusó de los pelotazos para sus gigantes, que perdieron mucho más de lo que ganaron. Y cuando les quedó alguna, fallaron en el tiro final. Por eso ganó Racing, aunque el triunfo sólo sirve para sumar, pero no para ilusionarse.

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