EL FUTBOLISTA MAS DESTACADO DEL AMBITO LOCAL
Grande en la Selección, enorme en Boca
› Por Juan José Panno
El lugar más alto del podio del fútbol argentino en el 2007 está reservado para Juan Román Riquelme y si a uno lo apuran un poco, si uno reaccionara con el fanatismo que despiertan las críticas de quienes minimizan sus virtudes y magnifican sus defectos, a Riquelme lo ubicaría además en el segundo escalón y en el tercero bajando a potenciales postulantes. Riquelme, Riquelme y después Riquelme.
Brilló en Boca, por presencia y por ausencia, y brilló también por todo lo que generó en la Selección, cuando se le cerraron las puertas del Villarreal.
En la Copa Libertadores tuvo una influencia decisiva, que hizo pensar que si hubiera jugado para el Cúcuta, Libertad o Vélez, cualquiera de esos equipos podía haberse consagrado campeón. En ese torneo, Román hizo ocho goles, casi todos decisivos:
- Dos a Vélez (uno en el partido de ida, otro en Liniers).
- Uno a Libertad.
- Uno a Toluca
- Uno a Cúcuta.
- Dos a Vélez
- Tres a Gremio.
De los 27 goles que convirtió Boca en el campeonato, Riquelme tuvo intervención directa (marcando, dando pase gol o iniciando una jugada) en 22.
Su ausencia se notó claramente en la primera fase del torneo, cuando se quedó afuera en los tres partidos que el equipo jugó como visitante:
- Empate sin goles con el Bolívar.
- Derrota 2-0 contra el Toluca.
- Derrota 3-0 ante el Cienciano.
Con idéntica intensidad brilló su ausencia cuando tuvo que ver desde la platea la reciente final del Campeonato Mundial de clubes disputada en Japón. No puede asegurarse que la historia hubiera tenido un rumbo distinto si jugaba. Pero queda al menos la sospecha de lo que pudo pesar su presencia en el ánimo de los compañeros que lo admiran y los rivales que lo respetan.
El año de Riquelme también hay que valorarlo por el aporte que le hizo a la Selección, un equipo que consiguió momentos de fútbol deslumbrante en casi toda la Copa América y que también produjo excelentes actuaciones en lo que se lleva jugado de las Eliminatorias. Los fantásticos goles de tiro libre que le metió a Chile y Bolivia hay que recortarlos y guardarlos en el álbum de lo mejor de la temporada. A la suma de sus importantes e innegables logros individuales hay que agregarle su capacidad para generar juego y para mejorar el rendimiento de los demás. Cuando entrega la pelota redondita, cuando mete un pase de gol, cuando clarifica el juego para que los demás salgan bien armados, cuando le pone una pausa imprescindible al vértigo en el que a veces caen sus compañeros, indicando cuál es el camino más corto, le pone coloridos matices al juego de su equipo.
Ocurre que, como el tipo es humano, a veces las cosas no le salen, se fastidia y no juega bien y si encima el equipo pierde (como ocurrió en la final de la Copa América) los detractores levantan sus voces críticas y cargan sobre su lentitud como la madre de todos los males.
El gran año de Riquelme fue posible porque Miguel Angel Russo supo darle el lugar que le correspondía en Boca, liberándolo de responsabilidades que no siente y porque Alfio Basile lo respaldó incondicionalmente en la Selección, a riesgo de que lo crucificaran si la cosa no salía bien.
El 2007 de Román fue brillante. Los que aman el buen fútbol esperan que el 2008 sea mejor.
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