OPINIóN
› Por Osvaldo Arsenio *
China arrasó en el medallero en los Juegos Olímpicos más espectaculares y con mayor progreso tecnológico de la historia, acentuando la impresión de que habrá un antes y un después de Beijing. Con sus claroscuros, Argentina mantuvo sus avances iniciados en Atenas 2004.
El Estado no es perfecto: esto se han encargado de recordarlo en los últimos tiempos algunas críticas –bien intencionadas o no– al área de Deportes pero, sin embargo, ha sido durante estos cuatro años el proveedor del 80 por ciento de los recursos de la mayoría de las Federaciones Deportivas, según se desprende de sus propios balances anuales.
El proceso previo a los Juegos se puede evaluar desde diferentes ópticas: prefiero entonces la mera referencia a estadísticas concretas. El presupuesto deportivo de Argentina se cuatriplicó en el período 2003-2008, los deportistas becados pasaron de 450 a más de 600 y las becas y honorarios de los técnicos tuvieron por primera vez en 10 años dos incrementos en sus montos.
En lo deportivo, y ya en Beijing, más allá del análisis de actuaciones brillantes, conmovedoras, dignas o simplemente decepcionantes, nos surgió otra reflexión matemática. Tras la restauración democrática, Argentina participó en siete ediciones de los Juegos Olímpicos. Sumando los podios de cinco de ellos –Los Angeles ’84, Seúl ’88, Barcelona ’92, Atlanta ’96 y Sydney 2000– obtuvo apenas 10 medallas en total. En sólo dos del presente ciclo de la gestión del secretario Claudio Morresi, Atenas 2004 y Beijing 2008, se lograron 12 medallas. Las favorables conclusiones de lo expuesto no serían pertinentes ni necesarias de desarrollar por evidentes.
Sí lo son, para los que imaginamos mejorar continuamente al deporte argentino, la ponderación de lo mucho que queda por hacerse, teniendo en cuenta que los países que son tomados generalmente como ejemplos imitables –España, Italia, Francia, Alemania, entre otros– llevan procesos ininterrumpidos de 20 a 40 años en una misma línea de acción.
El desafío futuro de nuestro deporte pasará por sintonizar cada vez mejor dos palabras que aparecen como irreconciliables: “inclusión” y “selección”. Inclusión a través de todos los programas en marcha de deporte social para todos los excluidos de la práctica deportiva por la crisis de fines de los ‘90, quienes quedaron fuera del derecho social, que es la práctica deportiva a cualquier edad. A la vez debemos intentar con cada vez mayor fuerza el mejoramiento de las calidades institucionales federativas en cuanto a sus recursos técnicos y organizativos, a fin de que el proceso de selección y entrenamiento de los más talentosos pueda desarrollarse con la mayor previsibilidad.
* Director Nacional de Deportes.
Pos. | Juegos | Oro | Plata | Bronce | Total |
1º | Atenas 2004 | 2 | - | 4 | 6 |
1º | Beijing 2008 | 2 | - | 4 | 6 |
3º | Sydney 2000 | - | 2 | 2 | 4 |
4º | Atlanta 1996 | - | 2 | 1 | 3 |
5º | Roma 1960 | - | 1 | 1 | 2 |
6º | Seúl 1988 | - | 1 | 1 | 2 |
7º | Tokio 1964 | - | 1 | - | 1 |
8º | Munich 1972 | - | 1 | - | 1 |
9º | México 1968 | - | - | 2 | 2 |
10º | Barcelona 1992 | - | - | 1 | 1 |
11º | Los Angeles 1984 | - | - | - | |
12º | Montreal 1976 | - | - | - | |
13º | Moscú 1980 Argentina no participó |
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