Lun 18.10.2010
libero

El día que los ferroviarios se llevaron las medallas

Este es el primero de los textos del Capítulo 5 de Deporte nacional, el libro que realizaron Ariel Scher, Guillermo Blanco y Jorge Búsico, con el aporte en la investigación de Oscar Barnade, Víctor Raffo, Eugenia Cima y Francisco Pandolfi, editado por DeporTea y Emecé.

Aquel campeonato hubiera sido imposible sin Alec Lamont. El, un empleado ferroviario, un devoto del fútbol, un escocés que jugaba para St. Andrews Athletic Club en la cancha que ese equipo del que él mismo era el alma tenía sobre la avenida Montes de Oca, fue el armador de la competición. “Habrá hoy un partido entre el Buenos Ayres Association Football Club y St. Andrews Club, que se jugará en el Old Ground, en Flores, detrás de la playa de cargas del Ferrocarril del Oeste. El inicio será a las dos de la tarde en punto. Los integrantes de St. Andrews se juntarán en la Plaza Victoria a las 12.30”, avisó el diario The Standard el 12 de abril de 1891. Fue un desafío de cierta sencillez para St. Andrews, que ganó 5 a 2. En el otro partido de la fecha inaugural, durante el mismo día, Old Caledonian venció a Belgrano Football Club por 6 a 0. Ambos, llenos de goles y llenos de voluntad, fueron los primeros partidos, por un campeonato oficial, que se jugaron en la Argentina.

Y si hubo un campeonato oficial fue porque el fútbol, ese que aquí se jugaba definitivamente diferenciado del rugby desde 1887, afianzaba sus tiempos expansivos. Lamont gestó la Argentine Association Football League, que organizó ese campeonato entre abril y septiembre, con ocho fechas que incluyeron la participación de un quinto equipo, Buenos Aires & Rosario Railways. Hurlingham, el sexto inscripto, no llegó a jugar.

Aquella primera fecha anticipó lo que sería el campeonato. Saint Andrews (compuesto por mayoría de ferroviarios británicos) y Old Caledonian (formado por trabajadores de la empresa que colocaba las instalaciones sanitarias en Buenos Aires) compartieron la primera posición. Hubo un desempate para ver cuál se quedaba no con el título, pero sí con las medallas. Triunfó Saint Andrews por 3 a 1, con goles de Charles Douglas Moffat. El propio goleador en 1934, entrevistado en la revista El Gráfico por el periodista Félix Daniel Frascara, aseguró que su equipo ganó “por casualidad” y que enfrente sobresalió el que acaso fue la primera gran figura de un campeonato argentino: Jack Sutherland. “Jack ya en Escocia era un crack y acá no había forma de pararlo: tenía un juego completo, destacándose, sobre todo, por la gambeta”, recordó Moffat. Para él, el talento de Sutherland era equiparable al de los religiosos que, como James Gybbon Spylsbury en Flores, se valieron del fútbol “tanto para conseguir adeptos a la religión como para apartar a los muchachos jóvenes del boliche.”

La historia oficial del fútbol de la Argentina no consideró propio a este primer campeonato porque no se continuó con otro en 1892. Sin embargo, algo muy potente había comenzado.

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