UN HINCHA DE INDEPENDIENTE FUE ASESINADO ANTES DEL PARTIDO
La muerte es un clásico
Enfrentamientos entre las hinchadas de Racing e Independiente derivaron en una tragedia: además del hincha muerto, hubo más de 20 heridos de armas de fuego y blancas. Los incidentes continuaron después del encuentro, que Independiente ganó 2-1, e incluso en el mismo Hospital Fiorito, donde un policía gritó el segundo gol del Rojo y los hinchas racinguistas
reaccionaron.
› Por Ariel Greco
El fútbol argentino sumó una nueva víctima a su larga lista. Gustavo Rivera, de 22 años, falleció ayer como consecuencia de las graves lesiones que sufrió luego de un enfrentamiento entre hinchas de Racing e Independiente antes del clásico. Además, los incidentes dejaron un saldo de más de 20 heridos, varios de ellos delicados. A lo largo de la tarde se produjeron varios focos de conflicto, a pesar de que el operativo policial contó con ochocientos efectivos.
A pesar de las versiones que indicaban que se habían producido dos muertes, el doctor Enrique Perata, jefe de guardia del Hospital Fiorito, confirmó que el único fallecido en ese centro asistencial fue Gustavo Rivera, 22 años, hincha de Independiente, domiciliado en Claypole. Rivera recibió un balazo en el pecho y otro en la columna, por lo que fue intervenido quirúrgicamente y entró en coma profundo durante la operación. Minutos después de la intervención, la víctima sufrió un paro cardíaco, del que no se pudo recuperar. Además, al menos veinte personas fueron atendidas en diferentes hospitales con heridas de bala y con cortes de armas blancas (ver aparte). Igualmente, varios de los atendidos ya se retiraron a sus domicilios.
Los primeros disturbios empezaron alrededor de las 16, cuando un grupo de hinchas de Independiente arrojaron una bomba molotov en la zona de los quinchos de Racing, sobre la calle Cordero, donde se encontraban algunos simpatizantes locales. En ese momento, los agredidos buscaron venganza, por lo que rompieron un portón y salieron a perseguir a los de Independiente. Allí se armó una batalla campal, con golpes de puño, ataques con sevillanas, botellazos y piedras. En medio de la pelea, los hinchas visitantes retrocedieron hasta su estadio, donde se reagruparon para iniciar un nuevo combate. Desde adentro del estadio, al menos diez jóvenes salieron disparando con armas de fuego contra los simpatizantes racinguistas, que respondieron la agresión. Recién diez minutos más tarde apareció la policía, que sólo se limitó a dispersar a la gente que quedaba, sin efectuar ni una sola detención. Claro que esa tregua duró apenas un rato. Las agresiones se reanudaron minutos antes del comienzo del partido, cuando los hinchas de Independiente desde la tribuna y los de Racing desde la parte baja del estadio volvieron a trenzarse en una gresca, hasta que la policía reprimió con balas de goma. Allí sí se produjeron veinte detenciones.
Otro enfrentamiento de gravedad se registró a la salida de la estación de Banfield del ex Ferrocarril Roca cuando una docena de hinchas de Racing fue emboscada por unos 50 hinchas de Independiente que portaban armas de fuego y blancas. Al final del encuentro, también se produjeron incidentes. Como la policía permitió que ambas parcialidades se retiraran de manera simultánea, los hinchas se cruzaron en varias esquinas, aunque en esos casos no hubo que lamentar heridos. Incluso hubo corridas en el Hospital Fiorito, entre simpatizantes y familiares que querían conocer el estado de los heridos. Todo sucedió cuando un policía de la Montada gritó el segundo gol de Independiente, lo que provocó la reacción de los hinchas de Racing que estaban en la puerta del Fiorito. Ello provocó algunas corridas y la represión de la policía, aunque no se produjeron lesionados. Así terminó un clásico negro, para sumar una página más en la historia del fútbol argentino.
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