DIáLOGO CON ALBERTO MELIáN, BOXEADOR Y ESPERANZA ARGENTINA EN LONDRES
Tiene 22 años, pesa 56 kilos (pluma) y sueña con una medalla. Ya se colgó una en los Juegos Odesur de Medellín, luego compitió en los Panamericanos de Guadalajara y logró la clasificación a Londres 2012 en el Preolímpico de Río de Janeiro.
› Por Leonardo Castillo
Hace dos años, atravesaba un mal momento deportivo. Subía al ring dominado por los nervios y nada le salía bien. Se apuraba, se quedaba sin aire y no lograba conectar golpes con eficacia y precisión, por lo que perdía todas las finales que disputaba. Pero pese a la inseguridad que mostraba en el cuadrilátero, el entrenador cubano Sarbelio Fuentes no dudó nunca del potencial que tenía su pupilo. El maestro se dio cuenta de que necesitaba algo más que intensas sesiones de entrenamiento. Le recomendó iniciar una terapia con el psicólogo deportivo Román Barrios y, desde entonces, Alberto Melián no paró de ganar. Fue medallista en los Juegos Odesur de Medellín, compitió en los Panamericanos de Guadalajara y logró la ansiada clasificación a Londres 2012 en el torneo Preolímpico que se celebró en mayo pasado en Río de Janeiro. “Tengo mucha fe en el trabajo que estoy haciendo y confío en poder llegar al podio”, le dijo a Página/12 este púgil de 56 kilos (peso pluma), nacido hace 22 años en la ciudad cordobesa de Villa Dolores y radicado desde chico en La Paternal, que hoy es la gran esperanza que tiene el boxeo argentino de conseguir una presea después de 16 años, cuando Pablo Chacón obtuvo el bronce en Atlanta 1996.
–Hace mucho tiempo que el boxeo argentino no consigue una medalla en un Juego Olímpico. ¿Eso implica una presión extra a la hora de subirse al ring?
–Para nada. No me puedo hacer cargo de lo que pasó en todo este tiempo. Estamos trabajando bien y sé que tengo muchas posibilidades, sobre todo por lo que hice en el Preolímpico, donde terminé entre los mejores cuatro boxeadores de mi categoría. Por eso, sé que ganar una medalla no será un batacazo, o algo inesperado, se tratará de la consecuencia de un trabajo bien hecho.
–¿Cuán importante fue el trabajo que hizo con Sarbelio Fuentes para obtener el pasaporte a Londres?
-Para mí, sí que fue importante. Trabajar con él es lo mejor que me pasó. El profesor me ayudó mucho a corregir defectos y cosas que hacía mal. Antes bajaba mucho las manos y la cabeza, y con Sarbelio aprendí a pararme mejor y a defenderme. Cuando empecé, mi papá (Alberto, campeón argentino y sudamericano superligero durante los años ’90) me aconsejó que me parara como derecho, y eso me dio buenos resultados. Me integré a la selección y con Sarbelio tuve el roce que me faltaba. El viene a ser como un padre.
–¿Fue él quien te recomendó trabajar con un psicólogo deportivo?
–Sí. Cuando empecé en la Selección lo que me pasaba era que fallaba en las finales. Me quedaba sin nafta, sin fuerza para dar el golpe final. Era raro, sentía que me ahogaba en las peleas decisivas. Creía entonces que la mejor forma de cambiar eso que me pasaba era entrenar más fuerte, correr más y pegarle a la bolsa con mucha furia. Pero el profesor me hizo ver que lo que me pasaba era otra cosa y que necesitaba algo más. Ahí empecé una terapia con Román Barrios y eso me ayudó mucho. Logré más oxigenación, seguridad y creo que si llegué a los Juegos es en buena parte por la tarea que llevé a cabo con Román.
–¿Es posible disfrutar cuando se sube al ring a pelear?
–Si las cosas salen como uno las planifica y entra concentrado, sí. Ahora, los Juegos seguro que voy a disfrutarlos. ¿Cómo no voy a hacerlo si tengo que representar a mi país? Es una experiencia única. Me tengo fe, y bueno, por eso creo que me irá bien en esta experiencia.
–¿Por qué es tan difícil que se produzcan nocauts en el boxeo amateurs?
–Porque hay toda una reglamentación que tiende a resguardar al boxeador. Se pelea con cabezales, guantes más grandes y hay que cometer muchos errores para terminar en la lona. Es una disciplina que favorece la técnica de los atletas, más que la fuerza.
–¿Cómo se define pugilísticamente?
–Soy zurdo, rápido, tengo un buen juego de piernas y trato de entrarles a mis rivales por los costados. Esas son mis principales características. Mi modelo de boxeador es Floyd Mayweather, aunque soy consciente de que me falta mucho para llegar a ese nivel.
–¿Después de los Juegos se viene el profesionalismo?
–Quiero ir paso a paso. Primero, Londres, donde voy a tratar de subir al podio. Y después ver, escuchar ofertas. No me tengo que apurar. De lo contrario, todo lo que hice hasta acá no habrá servido para nada. Ojalá algún día pueda cumplir el sueño de pelear como profesional en la cancha de Argentinos, el equipo del que soy hincha.
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