El try de Pienaar para poner en ventaja a los Springboks sobre Los Pumas, el sábado, antes de los dos minutos, fue de otro encuentro. Aunque presagiara paliza en favor de los sudafricanos.

Es que el equipo nacional jugó probablemente el mejor partido de los últimos tiempos, incluyendo los de dos años atrás en la edición anterior del cuadrangular. En el otro encuentro empataron 12-12 australianos y neocelandeses, bajo la lluvia y sin tries. Con cierto predominio territorial, con mayoría de saques en los line-outs, con tackles demoledores, casi todos ellos –como debe ser– entre la rodilla y los tobillos, como para que el adversario tarde en reincorporarse, con el agregado del aporte de Leguizamón, el mejor jugador del partido, el seleccionado argentino jugó siempre cerca de las formaciones móviles, casi sin dar ventajas en la posesión de la pelota.

Con pocas cuestiones que modificar o mejorar, salvo quizá la búsqueda de variantes ofensivas, tratando de buscar algo más “por afuera”, este seleccionado, como otras años, jugó de igual a igual –y de a ratos “desigualó” en su favor– frente a uno de los mejores del mundo.