FúTBOL
Ronald, el de Costa Rica
Por Juan Sasturain
Más allá de los resultados negativos, de los equipos que prematuramente quedaron en el camino, de decepciones y desencantos, hubo jugadores que sobresalieron en equipos como el nuestro, de regreso temprano. De todos ellos, que no tuvieron más que tres partidos para mostrarse, el que más me gustó fue el delantero costarricense Ronald Gómez, un morocho de bigotito recortado y buen lomo, pinta de cantor de boleros tropical, con el once en la espalda y la cabeza absolutamente trastornada a la hora de gambetear. Lo de este muchacho fue sencillamente para guardar, como un compacto del Bichi Borghi. Seguramente quedarán en la memoria de todos algún pase y remate de insólita rabona o la palomita con que convirtió el segundo gol de Costa Rica en el hermoso partido contra Brasil. Ese 5-2 a favor de los campeones del mundo fue –lejos– lo más lindo del Mundial; hubo golazos de los dos lados, mil oportunidades de gol y un show ofensivo de Gómez-Wanchope y compañía que enfermó a los brasileños un rato largo. Ya en la Copa América última –cuando Argentina no fue a Colombia por vergonzosas “razones de seguridad”–, los muchachos de Costa Rica habían demostrado que les gustaba la pelota y sabían qué hacer con ella. En Corea-Japón lo ratificaron y –de todos ellos– Ronald Gómez fue el abanderado de la habilidad productiva. Un jugador bárbaro.
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