Lun 20.11.2006
libero

FúTBOL › CRONICA DE UN PARTIDO ABORTADO

No les aplicaron el derecho de admisión a los fantasmas

› Por Facundo MartInez
Desde La Plata

Iba a ser el primer partido de Primera que se iba a disputar sin público, a puertas cerradas. Racing, que iba a ser local, no podía llevar siquiera a los socios, castigado por el Coprosede por los incidentes que sus hinchas y barrabravas habían provocado en el clásico de Avellaneda. Tampoco podían asistir los hinchas de San Lorenzo que, como todos los demás equipos visitantes, debían respetar una normativa nacida de las entrañas de la AFA, tan transitoria como antipopular. Finalmente no se jugó. Un piquete-sentada con candado incluido de hinchas de San Lorenzo impidió la salida del micro que transportaría al plantel hasta el estadio Ciudad de La Plata y, por “solidaridad”, los jugadores de Racing tampoco salieron de su lugar de concentración, donde también hacían poca fuerza algunos hinchas.

El árbitro Daniel Giménez, que a esta altura no gana para problemas cada vez que le toca dirigir en La Plata, llegó al moderno estadio de la capital provincial cerca de las 13.30. Ahí nomás se enteró por los medios de que el encuentro podía no concretarse. “Voy a esperar, antes de tomar una decisión”, dijo. Dentro del estadio había apenas medio centenar de periodistas, algún que otro control, un par de docenas de policías bonaerenses y algunas autoridades de Racing. Poca gente para la inmensidad de un estadio que, silencioso e imponente, invitaba a reflexionar sobre su extravagante soledad.

Porque si había ridiculez en el hecho de que el partido se disputara sin hinchas, tanto más se acrecentaba el absurdo ante la ausencia de jugadores, que ganaba más notoriedad a medida que iban pasando los minutos y no aparecían respuestas, ni responsables, ni nada.

Poco más de una hora estuvieron arriba del micro los jugadores y cuerpo técnico del conjunto de Boedo. Esperaban que alguien, la policía, algún fiscal, ordenara y garantizara la seguridad del traslado a La Plata. “No podemos salir y pisar a la gente”, se excusaba Rafael Savino, presidente de San Lorenzo. Mientras, los futbolistas se habían puesto en contacto con sus pares de Racing para acordar una suspensión conjunta del encuentro. De Futbolistas Argentinos Agremiados, el gremio que nuclea a los jugadores, ni noticias. Y cuando las hubo, el conflicto ganó en confusión. “Que se para, que no se para, que hubo amenazas, que Racing podía salir del hotel y no lo hacía por solidaridad...” Se dijo de todo, hasta que, finalmente, se anunció la suspensión, a las 14.30. “Hago el informe y lo llevo a la AFA. Los equipos no pudieron salir de sus respectivas concentraciones. Esto no es sano para el fútbol. Creo que entre todos tenemos que buscarle una solución a este flagelo”, comunicó Giménez antes de recoger sus pertenencias y retirarse del estadio poco antes de las 15.

Fue redondo el negocio que habían pergeñado unos cuantos hinchas de San Lorenzo y Racing, de común acuerdo. En cambio, lo curioso fue que, por nula capacidad de respuesta de los organismos responsables –incluso publicada la posibilidad de lo ocurrido en el matutino Crónica–, lejos se estuvo de prever alguna mínima contención.

Otro punto llamativo fue el hecho de que, aun cuando los micros hubieran salido de sus respectivos puntos de partida –aunque en el caso de Racing, la Policía Federal informó que hubieran podido salir del hotel Panamericano sin inconvenientes–, “amenazas telefónicas a los celulares de los jugadores” indicaban que de emprenderse el viaje nuevos obstáculos se presentarían unos detrás de otros, incluyendo cortes en la Autopista 25 de Mayo y en la autopista a La Plata. El cuadro no podía ser más patético.

Los minutos que siguieron a la suspensión del clásico fantasma fueron tan bizarros como el estado actual del fútbol argentino. Jorge Domínguez –secretario de Futbolistas Argentinos Agremiados, el gremio al que los jugadores de los principales planteles de Primera División le dieron la espalda el último viernes– anunciaba “categóricamente” su renuncia. Poco antes había dicho que “la fecha se suspendía”, de acuerdo con lo pactado el viernes con los referentes autoconvocados en el exclusivísimo hotel Hilton. Para entonces, Julio Grondona ratificaba por distintos medios que la fecha se jugaba, a pesar de las ausencias, a pesar de los hechos, a pesar del piquete. Esa es la lógica del negocio. Y del espectáculo, bien gracias...


Había garantías para viajar

Según el fiscal general adjunto de la ciudad de Buenos Aires, Luis Cevasco, “el partido entre Racing y San Lorenzo no se jugó porque los planteles no quisieron viajar a La Plata, ya que la policía les dio todas las garantías para que así lo hicieran. La policía garantizó siempre la salida de los planteles desde sus concentraciones”, precisó. “En el caso de San Lorenzo, unos 40 hinchas se apersonaron a la Ciudad Deportiva y diez de ellos quisieron hablar con los jugadores, pero no alcanzaron a hacerlo. Por eso la policía les ofreció a los futbolistas una salida alternativa, pero éstos no la aceptaron”, aclaró el funcionario judicial. Sobre la partida de Racing desde el hotel Panamericano, puntualizó que “a los jugadores se les liberó la salida para que no tuvieran inconvenientes con los 40 hinchas que estaban allí, pero ellos nunca bajaron de sus habitaciones. Y hay que advertir también que ningún dirigente se mostró en ese momento como para resolver la partida de los equipos”, avisó el fiscal. “Además no hubo ninguna denuncia de los clubes ni de los planteles sobre alguna coacción de personas para impedirles que viajaran a La Plata”, finalizó Cevasco.

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