FúTBOL › A MAURO BOSELLI SOLO LE SALIO UNA BIEN
› Por Facundo Martínez
Si bien pudo dejar contento a los locales, que con un jugador menos y un gol abajo acumularon méritos para el empate –e incluso para un triunfo–, el clásico no sirvió para despejar las incógnitas que el acontecimiento había puesto sobre el tapete. Para Independiente, el encuentro era crucial, según palabras de su entrenador, Pedro Troglio, para confirmar si podía o no autoproclamarse candidato al título. Quizá sólo se trató de una forma particular de arenga del DT, pero lo cierto es que la actuación de ayer lejos estuvo de confirmar esa expectativa. Porque el equipo de Avellaneda no sólo no pareció estar a la altura de las circunstancias sino que ni siquiera supo sacar provecho de las facilidades que le dio Boca durante toda la primera parte del partido: un gol en contra del paraguayo Cáceres, y 50 minutos con un hombre menos.
En Boca había varias cuestiones bajo la lupa. Si Boselli podía o no hacer olvidar a Palermo, si Alvaro González podía reemplazar a Ibarra/Maidana, si la sociedad Dátolo-Riquelme lograba dar sus frutos con cierta premura y si Boca sentiría o no el desgaste por la doble competencia (Clausura y Libertadores), frente a un rival que se supone más difícil que la gran mayoría.
A Boselli sólo le salió una bien: el pase a Riquelme para el tanto del empate. Después se lo vio bastante quieto y en poco contacto con la pelota. El joven delantero les reclamaba a sus compañeros una mayor participación en el juego, pero si la pelota no le llegaba tan clara no fue por otro motivo que por las fallas propias del jugador para desmarcarse. El público, impaciente, terminó extrañando a Palermo.
Tanto González como Dátolo cumplieron en la cancha, pero no les sobró nada. Al uruguayo le sobró entrega pero le faltó claridad, y el ex Banfield pagó caro su constante aceleramiento. Hasta la expulsión de Paletta, que empujó a Boca hacia adelante, Dátolo no generó nada interesante por su franja y hasta dio la sensación de que Riquelme trataba de buscarlo en vano. Sin embargo, salvó las papeles con su pase a Riquelme que inició la jugada del empate.
En cuanto a la cuestión sobre si Boca sintió o no el desgaste de la doble competencia, las circunstancias del clásico no permiten esbozar una sentencia. El equipo de Ischia arrancó flojo, con un Riquelme intermitente y el desgaste parecía cantar el presente, pero luego, con un futbolista menos en la cancha, reaccionó de tal manera que terminó llevándose por encima a Independiente. Sin respiro, consiguió el empate y, sin respiro, estuvo varias veces a tiro de una victoria.
Por último, queda por resolver la cuestión del árbitro Baldassi. Los hinchas de Boca se quejan de que, con sus arbitrajes, Boca sólo ganó uno de los cinco clásicos frente a Independiente, los cuatro primeros se disputaron en Avellaneda, perdió dos y empató dos.
El árbitro expulsó bien a Pale-tta, pero dejó pasar un claro penal del uruguayo Guillermo Rodríguez, quien dentro del área desvió con el codo un remate de Riquelme. Las estadísticas dicen que, con el de ayer, ya van 20 partidos en los que Baldassi no cobra un penal a favor de Boca, mientras que en el mismo lapso otorgó siete a sus rivales.
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