TENIS › ACASUSO NO PUDO CON VERDASCO EN EL úLTIMO PUNTO
Para el misionero, la ocasión pintaba para revancha por lo ocurrido dos años atrás en Moscú. Se puso 2-1 arriba tras el tercer set pero no logró sostener la ventaja. Así terminó todo.
› Por Ariel Greco
Desde Mar del Plata
Era la revancha que soñaba desde aquella triste derrota ante Marat Safin en Moscú. Como una jugada del destino, a José Acasuso volvió a presentársele la posibilidad de disputar un singles decisivo en una final de Copa Davis. Sin embargo, otra vez estuvo cerca pero de nuevo se quedó con el gusto amargo de una derrota. El triunfo de Fernando Verdasco 6-3, 6-7 (3-7), 4-6, 6-3, 6-1 en casi cuatro horas de juego significó el tercer y decisivo punto para España y determinó una nueva frustración para el equipo argentino, que ni siquiera pudo aprovechar a su ancho de espadas, David Nalbandian, para definir la serie en el hipotético quinto punto. El 3-1 fue el resultado final.
“Fue el partido más importante de mi vida. Tanto la última derecha, como el último set, como todo el partido, no me los voy a olvidar nunca. Ganar la Davis es como ganar un Grand Slam, más para mí que me encanta jugar en equipo y por mi país. Deportivamente, es el día más importante de mi vida.” La frase pertenece a Verdasco, el héroe de la última jornada, y resume a la perfección todo lo que se estaba jugando. Por eso, permite entender la manera en que se jugó. Los nervios fueron los protagonistas principales del primer set. Agobiado por la tensión, Acasuso incurría en numerosos errores no forzados, alguno de ellos groseros, que presagiaban un descenlace rápido y triste. El público se desilusionaba con cada punto perdido y no se metía en clima, más allá de algún “¡Olé, olé, Chucho, Chucho!” que intentaba levantar al misionero. Con ese panorama, no sorprendió que Verdasco se llevara el primer parcial con más facilidad que el 6-3 final.
Más allá de esa sencillez, Verdasco pareció confiarse y no producía nada. Se limitaba a sumar con los errores del misionero, que poco a poco comenzó a soltar su brazo y a fallar menos. De todas formas, el partido no tenía un nivel acorde a la instancia que se jugaba. Eso sí, la tensión se palpaba en cada rincón del Polideportivo. Cada punto generaba una sensación de desahogo similar a un grito de gol. Y en ese contexto, el saque y la derecha de Acasuso sacaban una luz de ventaja, sobre todo porque el español colaboraba para la causa con muchas doble faltas (nueve en los primeros tres sets) y pobrísimos porcentajes de efectividad. Por eso, la gente leyó bien el momento y el grito espontáneo no tardó en surgir: “¡Lo-da-mos-vuel-ta, la puta que lo parió!”. Y la sensación no era equivocada. Con un buen pasaje en el tie-break, el misionero se quedó con el segundo set e igualó el marcador.
A esa altura reinaba la irregularidad. Los dos tenían problemas para sostener su saque, los quiebres se sucedían y la calidad de juego era inversamente proporcional a la emotividad del partido. Smashes a la red, voleas larguísimas y devoluciones que picaban en el propio campo eran la constante del juego. Igual, Acasuso encontró la manera de llevarse el tercer parcial, que abría definitivamente la posibilidad de la victoria.
Sin embargo, la viveza de Sánchez Vicario afloró. Se llevó al baño a Verdasco, le habló y lo convenció de que volviera a su juego. “Se notaba la tensión. Fernando se enroscó un poco con el público y no hacía lo que tenía que hacer. Por suerte se ordenó y ganó bien el partido”, analizó el capitán español. Ahí cambió el partido. El madrileño ya no cometió dobles faltas, se metió en la cancha para devolver y bajó el número de errores no forzados. Así logró el decisivo quiebre que le dio el cuarto set. Fue el principio del fin para Chucho.
“Verdasco empezó a sacar bien y a devolver bien a partir del cuarto set. Así que creo que fue mérito de él. Yo sentía una contractura en los abdominales por el cansancio y la tensión, pero nada grave. No perdí por eso ni mucho menos”, admitió el misionero. “Me di cuenta de la táctica que debía tener para ganar. Lo charlamos con Emilio y no nos equivocamos. El estaba cansado y lo aprovechamos, para moverlo y hacerlo sufrir más”, reconoció Verdasco.
Lo cierto es que el último set resultó un trámite. Acasuso ya no tenía respuesta, Verdasco recuperó el nivel que mostró el sábado y que lo llevó a convertirse en top-20, para tomar rápidas ventajas. No alcanzó con el intento de reacción del misionero ni con el apoyo incondicional de la gente. A esa altura, la Ensaladera ya estaba haciendo el check-in para irse a Madrid. Verdasco guardaba en su memoria las últimas imágenes de su victoria consagratoria. Las lágrimas de Acasuso denotaban que no había tenido esa revancha que tanto pretendía. Y Argentina fue consciente que la Copa Davis todavía seguirá siendo una materia pendiente.
A partir de la intempestiva salida de David Nalbandian del Polideportivo tras la derrota en el dobles, el sábado se instaló desde Buenos Aires una versión de una supuesta pelea a golpes entre el cordobés y Agustín Calleri. “Es totalmente ridículo –se quejó el riocuartense–. No pasó nada. No sé cómo salen con eso por TV. Dicen que es una fuente del vestuario. Que digan quién es”, pidió Calleri. Mancini buscó culpas en la prensa. “Deben ser responsables en lo que dicen y escriben. Es ridículo. Le hicieron mal al grupo”, disparó. José Acasuso también expresó su bronca con la situación. “Jode, porque son cosas que no pasaron. No sé de dónde las sacan”, indicó el misionero.
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