Germán Montoya. El rendimiento del arquero de Vélez ha sido una garantía para Gareca. Con sólo 13 goles en contra en 18 partidos, cuenta con la valla menos vencida del torneo. Pero más allá de la ayuda que le brindan sus defensores, a lo largo del certamen tuvo atajadas clave, a puro reflejo, que significaron puntos para el único escolta.

Nicolás Otamendi. La revelación del certamen. Apareció por la lesión del chileno Ponce y no paró: se ganó un lugar entre los titulares, anuló a casi todos los goleadores rivales y se dio el gusto de debutar en la Selección. Sólido en el mano a mano, fuerte en el juego aéreo y buen manejo de pelota, tiene todo para transformarse en un defensor de clase internacional.

Emiliano Papa. Desde su función de lateral izquierdo, el rosarino se convirtió en el mejor asistidor del campeonato. Ya sea con centros para la cabeza de López, Cristaldo o Larrivey o desbordes para la llegada franca de Moralez, el zurdo es un marcador de punta que sube por sorpresa para definir la jugada, virtud que le valió una convocatoria a la Selección.

Fabián Cubero. Como Goltz en Huracán, el capitán de Vélez es el líder espiritual de sus compañeros. Polifuncional, capaz de jugar en el fondo como en la mitad de la cancha con la misma solvencia, el marplatense está suspendido, pero podría jugar por la lesión de Ponce con Chile. Uno de los más experimentados de la final y sobreviviente del último título de Vélez.

Hernán Rodrigo López. Es el goleador de Vélez –con once tantos– con un dato que asombra: nueve veces anotó el primer gol y cada conquista se tradujo en puntos para su equipo. Los otros dos fueron igualmente importantes, ya que los marcó en el 4-2 a Colón. Resistido por los hinchas, el delantero ganó la pulseada gracias a su buen cabezazo, la viveza en el área y los goles.