FúTBOL › ¿FUE EL úLTIMO PARTIDO EN LA BOMBONERA PARA RIQUELME Y COMPAñíA?
› Por Juan José Panno
Había mucha gente en la Bombonera porque en los últimos días se había hecho circular la idea de podía ser el último partido de Juan Román Riquelme en esa cancha. Algunos de los que lo admiran fueron a llenarse los ojos; otros, a llenar el espacio con el grito de su nombre bien fuerte para que escuchen los dirigentes. No estaba físicamente bien Riquelme, pero no jugó mal. En realidad, casi nunca juega mal. En una pierna, fastidioso, enojado o enfermo, siempre se las arregla para hacer tres o cuatro jugadas que lo distinguen nítidamente del resto. Un pase milimétrico de 40 metros, una pisada entre tres, un estiletazo profundo que deja a un compañero cara a cara con el arquero, un centro convertido en ciencia exacta, suelen matizar sus actuaciones más discretas. Ayer hizo algo de todo eso y encima casi mete el gol del empate con un tiro cruzado (tras pase de Palermo) que se fue al ladito del palo.
La gente no quiere que Riquelme se vaya. Distintos son los casos de Marino, Paletta y Krupoviesa, que deben haber jugado su último partido con la azul y oro. Paletta hizo un gol (le cayó la pelota a la zurda después de un corner) y se tiró para tapar el tiro de Machín que terminó en la red boquense. Uno a uno para Paletta. Lo de Krupoviesa fue peor: le metió un codazo a Clara y se ganó la tarjeta roja. No jugaba nunca; cuando entró, lo echaron. El ex crack Marino estuvo un ratito en la cancha y aportó poco.
Gaitán también jugó su último partido porque lo vendieron al Benfica, y en eso debe haber estado pensando todo el tiempo, porque hizo muy poco de todo lo que sabe. Tuvo un gol servido, pero con la derecha anda torcido y la tiró a cualquier parte. Palermo también debe tener la cabeza en otro lado (Sudáfrica, para ser más precisos) y se debe haber cuidado un poco, aunque la posibilidad de terminar como el goleador del torneo lo debe seducir. Oportunidades para convertir tuvo algunas muy aisladas y esta vez se quedó en blanco.
Se supone que también fue el último partido de Ibarra. El Negro metió una rabona, le dio una pelota de gol a Palermo y sobre el final se ganó la amarilla. Tuvo una actuación de 5 puntos, como la mayoría de sus compañeros.
Fue el partido de las despedidas. Estuvo a tono con un sentimiento generalizado de todo el mundo Boca: que este campeonato se termine de una vez y empiece una nueva historia.
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