FúTBOL › EL EQUIPO DE ALFARO VENCIó CLARAMENTE AL DE FALCIONI Y LO DEJó CASI SIN CHANCE
Knock out técnico. O triple, si se prefiere. El equipo de Sarandí metió la primera mano al minuto y medio y después todo se le hizo fácil. Ahora comparte la punta con Tigre. Boca, que ayer jugó mal, quedó dos puntos abajo.
› Por Juan José Panno
Al final del primer tiempo, los hinchas de Boca descargaron su bronca contra Delfino e inmediatamente contra Julio Grondona. Julio César Falcioni le pataleó al árbitro cara a cara y por eso no pudo estar en el banco en el segundo tiempo.
Cuando terminó el partido hubo un tibio intento de un sector de la hinchada de retomar las protestas, pero fue tapado por un pedido a los jugadores propios, surgidos de las entrañas: “Quiero la Libertadores”, cantaron. Y Falcioni, por su parte, se olvidó de Delfino y destacó las virtudes de Arsenal.
Lo que pasó en el final del encuentro fue la mejor síntesis. Es que Arsenal jugó un partidazo, Boca fue un verdadero desastre y por eso el 3-0 se explica solo. El árbitro, que en algún momento, en jugadas menores, benefició a los visitantes. rompió con ciertas reglas no escritas que dicen que en la cancha de Boca, el local siempre cuenta con alguna ventajilla.
Delfino no tiene la culpa de la escasa reacción de los defensores de Boca y la precisión de la jugada en la que se conectaron Carbonero (tiro el centro) y Zelaya (cabezazo magnífico anticipándose a Schiavi) y en la que se abrió el marcador solo un minuto y medio después del comienzo. ¿Qué culpa puede tener el árbitro de que Boca tardara muchísimo tiempo en asimilar el baldazo de ese gol y recién a los 27 minutos pateara el primer tiro al arco?
Arsenal sorprendió doblemente a Boca. Primero con el gol y después con un planteo audaz, sostenidamente ambicioso que no había tenido en los dos enfrentamientos recientes de estos dos equipos por la Copa Libertadores. Esta vez Alfaro los mandó a que se plantaran en el medio, presionaran en la salida, achicaran las líneas y manejaran la pelota sin perder nunca el orden defensivo.
En Boca, los laterales estuvieron inseguros, Somoza descolocado en el medio, Chávez imposibilitado de asumir una manija alternativa, Riquelme sin gas, Cvitanich embarullado y Blandi muy solo. Demasiadas ventajas para este pragmático Arsenal, que se dio el lujo de sacarle lustre a su juego. El colombiano Carbonero manejó a las espaldas de Sánchez Miño los hilos para que se produjeran triangulaciones en toda la cancha que desnudaban la impotencia de Boca. Cuando todavía estaba en el campo el lesionado Insaurralde, los de Alfaro armaron una contra letal a campo traviesa que le permitió a Leguizamón empujar la pelota al arco vacío.
Dos a cero que dejaba medio liquidado el asunto. Falcioni mandó a la cancha a Mouche, retrasó a Sánchez Miño y Boca de a poco empezó a dar alguna señal de vida.
En el arranque del segundo tiempo, la pelota circuló más cerca de Campestrini y el partido cobró otra intensidad. Mouche tuvo una chance clara que pudo haber abierto otro capítulo, pero en la primera réplica de Arsenal falló Schiavi y Leguizamón se fue a toda velocidad hasta el gol que terminó con todo. Faltaba mucho, pero Boca ya estaba entregado. Pudo marcar un gol Viatri y pudo aumentar la cuenta Arsenal en algunas contras provocadas por el loco adelantamiento y las urgencias de Boca. Pero eran detalles menores de un partido que ya no tenía razón de ser.
Ahora, el campeonato le quedó demasiado lejos a Boca. Tiene que superar a All Boys y esperar que no ganen ni Tigre (que juega con Independiente) ni Arsenal (que lo hace con Belgrano). Difícil, pero puede pasar. Boca tenía servido el campeonato y pasó que empató con Banfield y empezó a regalarlo todo.
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