Lun 27.08.2012
libero

FúTBOL › OPINIóN

Triángulos y cuadrados

› Por Juan José Panno

Hay que avisarles a los jugadores que dentro de la cancha la triangulación no está prohibida. Por el contrario, es altamente recomendable que se la utilice como recurso para ganar posiciones en cualquier sector del campo y especialmente en las líneas finales, a la hora de la definición.

Hay que avisarle a Caruso Lombardi que no es sólo Viggo Mortensen el que le cuestiona los planteos de juego timoratos que utiliza, pensando exclusivamente en el negocio del puntito. San Lorenzo fue a jugar al Monumental renegando de su condición de grande, escudado en la baja calidad de su plantel, pero sin considerar que el que está enfrente no es un cuco, ni mucho menos.

Hay que avisarle al Pelado Almeyda que no está mal eso de plantar al equipo para que asuma el control del juego y gane la batalla de la mitad de la cancha, pero que a eso hay que complementarlo con alguna variedad de recursos a la hora de concretar en la red el dominio que se ejerce en el juego. Porque es válido que se intente rematar de media distancia cuando el rival se abroquela atrás (se anotaron durante el partido un buen intento de Funes Mori y otro de Ponzio), pero también está la posibilidad de buscar el fondo de la cancha para tirar un centro atrás; se puede intentar alguna gambeta en el fondo de los contrarios, a pesar de lo reducidos que son los espacios en esos sectores; se puede meter alguna pelota en profundidad. Nada raro ni rebuscado.

Hay que avisarles a los delanteros de San Lorenzo que el rectángulo debajo del cual se refugia el arquero de los contrarios está ahí para que se lo busque, para que se intente arrimarse por lo menos. En 90 minutos de juego, en un contraataque aislado, San Lorenzo tuvo una oportunidad de gol, sólo una: un remate de Jara que se reventó contra el travesaño.

Hay que avisarles a los defensores de River que van a tener más de un dolor de cabeza si cometen errores infantiles como los de esa jugada en la que Barovero terminó enredado con la pelota porque le dieron un mal pase atrás y casi le facilita al rival la llegada a un gol que buscaba con poca energía. También deben saber que si abandonan sus posiciones defensivas cuando las circunstancias lo permitan pueden abrir espacios para sorprender al rival en los ataques.

Hay que avisarles que después de un partido como el que jugaron ayer en el Monumental lo primero que hay que hacer es pedirle perdón a la gente y no dar explicaciones sobre los negocios del punto obtenido o las virtudes del adversario que impidieron que se sumara más.

Y no se trata de llamar a ningún 0-800 para denunciar intromisión de sujetos extraños en las canchas de fútbol.

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