FúTBOL › RIVER MOSTRó UNA CARA INESPERADA EN LA CAíDA FRENTE A BOCA
El equipo de Gallardo venía dulce y con el envión que le dio la obtención de la Sudamericana y la racha de ocho partidos invicto frente al clásico rival. Sin embargo, el sábado ante Boca perdió en entrega y en intensidad, algo que preocupa a los riverplatenses.
› Por Daniel Guiñazú
River viene dulce. Y haber perdido un invicto de ocho partidos ante Boca, aunque sea en un amistoso de verano, no provoca más que el momentáneo desencanto de haber caído ante el clásico rival. Pero cada derrota tiene sus formas. Y la del sábado por la noche en Mar del Plata frunció más de un entrecejo entre los que toman decisiones en el ámbito riverplatense.
Porque River no sólo quedó por detrás de Boca en el marcador. También fue superado en un plano que no admite segundas lecturas: el de la entrega y la intensidad. El equipo de Rodolfo Arruabarrena salió a comerle el hígado al de Marcelo Gallardo desde la primera pitada de Néstor Pitana. Y no hubo, de parte de los jugadores “millonarios”, reacción de ningún tipo: ni futbolística, ni temperamental. Ni jugando, ni pechándolo, River pudo llevárselo por delante a Boca. Y eso debió haberlo dejado preocupado a Gallardo antes de la llegada de las competencias importantes (la Recopa Sudamericana ante San Lorenzo, la Copa Libertadores y el Torneo de Primera).
Los arranques descontrolados de sus jugadores, acabada muestra de impotencia, fueron otra deuda que River dejó impaga en la noche marplatense. Leonel Vangioni otra vez puso cara de malo y la pierna, mucho más fuerte de lo aconsejable. Tanto que lo fracturó al chico Cristian Pavón (ver aparte) y en el segundo tiempo se fue expulsado luego de bajar sin contemplaciones a Pablo Pérez, al igual que Maidana, quien sobre el final le aplicó un cortito a Gigliotti. También Pisculichi debió haberse ido a bañar antes de tiempo: le entró con un planchazo a Claudio Pérez, pero Pitana, en mérito a sus antecedentes, sólo atinó a amonestarlo.
Acaso la aparición en escena de Gonzalo “Pity” Martínez, la flamante incorporación llegada desde Huracán, haya sido la única nota positiva del paso millonario por Mar del Plata. Tirado como volante sobre la derecha para favorecer su perfil zurdo (entró por Mercado, pasando el uruguayo Carlos Sánchez como lateral), jugó 40 minutos y mostró rapidez y atrevimiento para encarar hacia adentro y hacia afuera. Quienes caminan el día a día riverplatense, dicen que a Gallardo le gusta más verlo por allí que por el otro costado. Pero que, llegado el caso, también lo hará jugar por el carril izquierdo. Partidos habrá de sobra.
Fuera de Martínez, poco y nada dejó bueno el desempeño de River en el primer Superclásico del año. Es cierto que Boca arriesgaba más porque presentó un equipo lado B, a cuatro días de jugarse el pase a la zona de grupos de la Copa Libertadores. Pero no se vio a un equipo motivado a pleno, a tono con la multitud que llenó el estadio y con los millones de espectadores que se pegaron a las pantallas de la televisión. En voz muy baja, a la medianoche, cuando con las manos en los bolsillos se iban del estadio, no pocos hinchas (y algunos dirigentes de peso) mencionaron la palabra “aburguesamiento”. Esperan no tener que volver a pronunciarla en los próximos partidos. Cuando llegue el momento de volver a hacer, lo único que está permitido en River: salir a ganar siempre.
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