BIOGRAFíAS
Abuelito dime tú
Rolling Stones: Los viejos dioses nunca mueren
Stephen Davis
Man Non Troppo
492 páginas
› Por Mariana Enriquez
Los viejos dioses nunca mueren de Stephen Davis (biógrafo de Led Zeppelin y Aerosmith) es la última biografía de los Rolling Stones. Se proclama “definitiva”, pero tal cosa es imposible, dado que los abuelos están preparando una nueva gira ahora que Charlie Watts acaba de recuperarse de un cáncer de garganta. Davis administra la información de modo que todos puedan obtener satisfacción: incluye datos técnicos y musicales duros, una mirada sociológica y mucho romanticismo maldito para los nostálgicos de los ‘60, con la catarata de nombres célebres que conformaban el entorno Stone: Andy Warhol, la crema del Swinging London, Bob Dylan, Gran Parsons, Jean-Luc Godard, Ry Cooder –que los odia–, Pier Paolo Pasolini, William Burroughs, Terry Southern, Paul Bowles –que les tuvo miedo–, Catherine Deneuve, y un largo etcétera. Su pintura de los Stones es predecible: Brian Jones, un violento loco talentoso; Mick Jagger, un playboy y lúcido hombre de negocios; Keith Richards, un adorable y temible caballero; Ron Wood, un bufón. Charlie Watts y Bill Wyman son un misterio como de costumbre. He aquí algunas de las perlas más raras y jugosas de esta biografía no total pero sin dudas la más completa hasta el momento:
Drogas El detalle más elegante: “Durante las actuaciones se disponía de rayas de cocaína y heroína cuidadosamente delineadas sobre los amplificadores y se despedía a cualquier encargado del equipo que equivocara la ubicación o las volara accidentalmente”.
Muertes Davis alimenta la teoría conspirativa sobre la muerte de Brian Jones –a los 27 años– con nuevas declaraciones de testigos: sostiene que el guitarrista fue asesinado por uno de sus colaboradores, que habría confesado en el lecho de muerte. Promediando el libro, miembros del entorno Stone empiezan a caer como moscas: la baja más impresionante la protagoniza Donald Cammell, director de Perfomance –mítica película protagonizada por Mick Jagger a fines de los ‘60–. Se suicidó de un tiro, mirándose al espejo, y sus últimas palabras fueron: “¿Ves a Borges?”
Sexo Claro está, hay mucho, muy diverso y endogámico. Pero el capítulo más divertido está dedicado a la larga juerga con Margaret Trudeau, esposa del primer ministro de Canadá, Pierre Trudeau, que dejó todos sus deberes como primera dama para seguir a los Stones en 1977. Además de las noches bebiendo champagne y fumando hash, ofició de fotógrafa de los Stones: “Sentada delante de la banda, Margaret retrató a Mick con la cremallera de su pantalón bajada hasta el pubis mientras jóvenes damas le acariciaban con cariño la entrepierna”.
Traiciones El fiel manager de giras Bill Graham fue echado por Mick Jagger cuando pudo ofrecerles “sólo” 16 millones de dólares en 1989: otro promotor les garantizaba 18. “Suplicó y preguntó cuál era la diferencia después de veinte años juntos en la industria. ‘Dos millones de dólares, Bill’, respondió Mick Jagger.”
Justicia Una noche de 1984, Mick Jagger, borracho, llamó por teléfono a Charlie Watts, gritando: “¿Dónde está mi baterista”. “Charlie se levantó, se afeitó, se puso una camisa blanca limpia y un traje cruzado a medida, se anudó la corbata y se calzó unos zapatos hechos a mano”, cuenta Keith Richards. “Entró, y le puso un gancho de izquierda a Mick que lo tiró encima de una bandeja de salmón ahumado. ‘No me llames tu baterista’, gruñó Charlie. ‘Vos sos mi cantante’.”
Desperdicio Stephen Davis sólo menciona al pasar una orgía entre cuatro hombres negros, Mick Jagger y David Bowie. Una pena. Y sólo le dedica un párrafo a la Argentina, país Stone por excelencia. Un olvido imperdonable.