Ediciones recomendadas de clásicos
Por Martín De Ambrosio
Jacques el fatalista
Denis Diderot
Alfaguara
345 págs.
Inevitablemente más asociado al movimiento enciclopédico francés, Denis Diderot ha escrito también buenas novelas como El sobrino de Rameau o La religiosa. Pero si por algo merece un lugar especial en la historia de la literatura es por la entretenidísima Jacques el fatalista. Tratándose principalmente de una novela de tema filosófico (como el Cándido que Voltaire escribió para escarnio de Leibniz), esta obra también se puede inscribir gracias a su fino humor en esa tradición inaugurada por el Tristram Shandy de Laurence Sterne (tradición, dicho sea de paso, que no tiene demasiados exponentes en la actualidad). En este caso, el tema es la predestinación y la obra se presenta como el diálogo entre un amo pragmático –según podría decirse hoy– y su criado Jacques, quien cree que todo lo que sucede “ya está escrito”. Jacques, con infinito candor, lleva su creencia hasta el límite de la indolencia, lo cual no impide que con su amo se la pasen entre mesones y rutas del siglo XVIII transitadas a lomo de caballo.
El certificado
Isaac Bashevis Singer
Ediciones B
251 págs.
¿Qué puede hacer un joven, judío y provinciano, lector de Spinoza y con ansias de escritor, en la Varsovia de 1920? Antes que nada, evitar morirse de hambre. Una vez conseguido este logro no menor, tratar de ver el modo de convertirse en lo que desea, aunque no tenga ni la menor idea de cómo hacerlo. Así es como a David Bendinger, el protagonista de esta novela, le aparece por azar la posibilidad de irse a Palestina con uno de esos certificados del Imperio Británico. En el medio de la espera por un viaje que nunca se hará, Bendinger vive su despertar sexual, con tres mujeres a falta de una (un tópico de las obras de Singer quien siempre se quejó de la idea según la cual no se puede estar enamorado de más de una persona por vez). De innegable contenido autobiográfico –y a su vez emparentada con la autobiografía de Arthur Koestler–, El certificado muestra de paso el conflicto entre los judíos modernos y los ortodoxos que, en la novela, representa el padre rabino. Un libro todavía vigente sobre la entreguerra.
Franny y Zooey
J. D. Salinger
Edhasa
209 págs.
Organizada casi como una obra de teatro, con unas pocas escenas de diálogos tan brillantes como lacerantes, Salinger brinda otra visión de la adolescencia y posadolescencia en Estados Unidos después de la II Guerra Mundial, hastío urbano y conflictos psicológicos incluidos. En Franny y Zooey, Salinger cuenta la historia de dos de los hermanos Glass, que cuando eran niños concursaban en certámenes radiales para prodigios y que forman parte de una familia neoyorquina muy normal (cuyas últimas horas de su miembro eminente, Seymour, están retratadas incomparablemente en el cuento “Un día perfecto para el pez banana”). Harta de un mundo de sujetos miserables, y enojada con esa sarta de egos, Franny busca consuelo en un misterioso librito semi-místico de un campesino ruso titulado El camino de un peregrino (que la hace repetir “Jesucristo Nuestro Señor, ten piedad de mí”), crisis de la que Zooey, hermano mayor, intenta sacarla después de numerosos pedidos maternales mediante ardides no del todo ortodoxos.