Por Gabriel D. Lerman

La historia es conocida: la pampa vacía, el desierto y después. Una remota aldea del sur fundada en 1536, refundada en 1580, mucho más tarde vuelta a fundar mitológicamente. Recién tuvo relevancia en el ámbito de los virreinatos hacia 1776. Ciudad joven, vida a saltos de mata, muertes sucesivas, cosmopolitismo, ánimo campechano, frontera entre el centro y la periferia, Europa en el sur y cabeza de Goliat. La ciudad que enfermó a Ezequiel Martínez Estrada, que tiene una música indiscutida, la ciudad agrietada entre el norte y el sur, la ciudad plano y territorio, la ciudad planificada y la ciudad vivida. Hay tanto dicho sobre Buenos Aires, y tanto que queda aún por decir. Porque es una ciudad heterodoxa, bicéfala, cartonero y arbolada, Soldati y Palermo, Bajo Flores y Puerto Madero, travestis y Bergoglios.
La obsesión por Buenos Aires, la de sus habitantes y la de sus intelectuales y políticos, es de larga data, aunque decir larga data en América no roce ni remotamente la longevidad de ciudades como París o, más aún, Roma. Adrián Gorelik es, quizás, el investigador más productivo sobre urbanismo e historia cultural de la ciudad de los últimos años. Arquitecto y doctor en Historia, tanto sus artículos en Punto de Vista como su tesis sobre la Buenos Aires moderna La grilla y el parque, repusieron zonas de interés de prolongada fertilidad y tradición no siempre ligadas a la academia, es decir, un conjunto amplio de inquietudes que podían venir del urbanismo pero también de la política, el ensayo de interpretación, la literatura, el periodismo, la música y el cine.
Miradas sobre Buenos Aires. Historia cultural y crítica urbana, el libro que ahora presenta expone un balance de sus trabajos, fija un catálogo, una serie de temas, y pone una basa que se pretende insoslayable para el debate político. La renovación que produjo Gorelik se apoyó en recapturar preguntas y materiales dispersos de la cultura urbana desde el parnaso universitario, enriqueciendo éste y disputando al ensayismo, la crónica y el aguafuerte sus temas favoritos. La reflexión se volvió seria, en un intento confeso de hacer del pensamiento alternativo, de los usos sociales y los empecinamientos arquitectónicos, la cantera de una política posible para Buenos Aires. Gorelik quiso generar una masa crítica de reflexiones, muchas de ellas elaboradas al calor de las transformaciones urbanas de los ‘90, que pudieran demarcar el horizonte de una izquierda programática, técnicamente dotada y políticamente sensible. Aquí se repasan con pericia los tópicos recurrentes que caracterizan las “enfermedades” porteñas. Y se advierte el desajuste que introdujo la crisis política, social y económica del 2001, al dislocar o poner en suspenso discusiones que parecían consolidadas.
La juntura de saberes que propone Gorelik, sin embargo, no agota otros aspectos que aún reclaman perspectivas que los organicen, y reúnan “otras” miradas sobre la Reina del Plata. Nos referimos a la ciudad efímera, no institucionalizada, las polaridades sociales que han estallado, la ciudad del sexo, los parques para pobres, los inquilinos, las pensiones, los ocupantes, las clases medias y sus expensas, toda una reconfiguración social y cultural que es la contracara perturbadora y dolida de esa belleza tan europea y celebrada de la Buenos Aires que le sonríe al turista.