Dom 23.01.2005
libros

LIBROS DE MUCHO(S) PESO(S)

Kalman & Fehlbaum

“En un comienzo la gente pasaba los días caminando erguida y las noches, recostada. Eventualmente algunos decidieron sentarse. Y las sillas. Las sillas se desarrollaron y se multiplicaron. Un millón de años después (aprox.) un joven llamado Rolf nace en el seno de una familia de Basilea. Sus vecinos hacen chocolate y queso. 1953: Willi Fehlbaum, el padre de Rolf, visita Norteamérica y ve una silla que le vuela la cabeza. Es un diseño de Charles y Ray Eames.”
Así comienza Chairman, la cómica y poética historia del entrepreneur suizo Rolf Fehlbaum y de Vitra, su mundialmente conocida compañía de diseño. Una compañía que ha fusionado el comercio y la cultura de forma asombrosa. De una agilidad sorprendente, Vitra no sólo empujó el diseño lo más lejos que pudo, no sólo creó un museo para exhibir sus objetos y comisionó a una serie de arquitectos audaces –Frank Gehry, Tadao Ando, Alvaro Siza, Zaha Hadid– la construcción de las diversas instalaciones de la compañía, sino que marcó la diferencia al estrechar, como ninguna otra empresa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, la colaboración con sus diseñadores.
Una cita al Libro Rojo de Mao, Chairman es un libro de tapas rojas, 600 páginas y apenas 12 x 15 cm creado por Tibor Kalman, el editor mítico de la revista Colors. Un ladrillito encuadernado que suministra una biografía poco ortodoxa sobre un ejecutivo menos ortodoxo aún, un hombre que en el mundo de los negocios se yergue como una categoría en sí misma, inclasificable e indescifrable. El libro es un paseo genial y, por momentos romántico, por el museo imaginario de Fehlbaum, una cartografía de sus gustos y obsesiones y además, un compendio sobre las decisiones que lo arrastraron a dirigir una empresa que hoy, no sólo es millonaria sino también revolucionaria. Un juego de palabras en el título (Fehlbaum está obsesionado por las sillas y a la vez es el presidente, “chairman”, de una empresa que construye sillas), 650 imágenes de las cosas que más le gustan (y ahí entran tanto objetos, como diseños, películas, lugares o música) y un mínimo de texto: frases breves, casi balbuceos de jardín de infantes, elegidas, según Kalman, “para que todo el mundo pueda leerlas sin necesidad de traducción”, y que funcionan como los separadores de una larga película muda.
Kalman dice que la biblioteca debería ser el último lugar para este libro. “Prueben llevarlo en sus cabezas y si eso no funciona, siempre lo pueden colocar sobre el piso y usarlo para evitar que una puerta se cierre.” Finalmente, un librito caprichoso, una pequeña Biblia del diseño que hará que más de uno se caiga de la silla.

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