Dom 06.11.2005
libros

SUSANA SILVESTRE: MUJERES DE VACACIONES

Me gusta ser mujer (pero no tanto)

Cuentos para desnudar con ironía los tópicos más trillados de la condición femenina.

› Por Cecilia Sosa

Mujeres de vacaciones
Susana Silvestre
Ediciones Al Margen
132 páginas

¿De qué vacacionan las Mujeres de vacaciones? Probablemente de sí mismas o de lo que se suele decir de ellas. En su último libro de cuentos, Susana Silvestre, la escritora nacida en San Justo en 1950, y que desde 1982 viene explorando territorios tan ríspidos como los de “Yo no quiero que a mi hijo le digan que es un piquetero”, parece también tomarse un respiro de sí misma para regalar un conjunto de relatos dispares pero unidos por el mismo conjuro al sentido común feminista.

Lejos de la serie de naturalismo político-intelectual iniciada en su primera novela Si yo muero primero (1992), y continuada en Todos amamos el lenguaje del pueblo (2002) y en Biografía no autorizada (2004), esta vez Silvestre se entrega a luchas acaso más pequeñas y cercanas, para explorar las fantasías femeninas y llevarlas a sus extremos más alucinados, radicales y hasta libertinos. El resultado es un compendio ciertamente irregular pero que bien podría inscribirse en una tradición postfeminista.

La rutina perversa y autocomplaciente de “Una mujer casada”, el festejo de cumpleaños a una madre odiosa y en silla de ruedas de “Hoy venimos a cantarte”, el devenir más humillante de una conquista callejera en “Dale una oportunidad al amor”, el grito de auxilio en la web de una anciana asaltada en un geriátrico de “Palomita 64”, o el final anunciado de un romance que empieza mal y termina peor de “Y en mi caída”.

Aunque hay tramos que no ofrecen muchas novedades y hasta suenan a simple relleno, hay otros en los que la autora alcanza ciertos núcleos traumáticos de la condición femenina para darlos vuelta como panqueques y revolearlos al cielo con graciosa osadía. Y es allí donde Mujeres de vacaciones alcanza su tono más alto y alucinado.

Tal es el caso de “El coro más osado del Oeste”. Todo parte de la impugnación de la frase acaso más trillada del sentido común femenino: “No todos los hombres son iguales”. Hamacándose fuera del mandato, y con su tono más agudo y juguetón, Silvestre se sumerge en el reverso del abuso: en la historia de una maestrita que todos los martes y jueves se sube al colectivo 86 para ir a dar clase a “Los niños cantores de Liniers”, la autora logra hacer una gesta de la “apoyadita” en el colectivo y transformar el toqueteo casual en una redención gozosa y el más apoteótico romance veraniego.

Si un cáncer de pecho no parece el comienzo más auspicioso para el relato más largo del libro (y el que le da nombre), ¿qué decir de un tracking por Monte Dorado (en bikini y sandalias) donde a pasos de la cumbre las señoras protagonistas se ven tentadas por una troupe de púberes adonis “de melenas de león africano y ojos tan celestes como el cielo”? Silvestre parece querer transitar siempre en reverso por los bordes sinuosos de los distintos modos del amor. Y aunque a veces lo logra más que otras, aun en la disparidad hay algo que anima el conjunto: un erotismo que sabe cómo llevar y condimentar con suaves ráfagas de humor negro.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux