DIANA BELLESI
¿Qué hacer con el tiempo y su más pequeña manifestación poética?
› Por Luciano Piazza
La rebelión del instante
Diana Bellesi
Adriana Hidalgo
176 páginas
A lo largo de esta nueva entrega de poemas de Diana Bellesi discurre la larga respiración de voces íntimas, públicas y desconocidas, en un fluir del lenguaje que se pregunta: ¿cómo componer un retrato fiel del instante? Las voces que componen La rebelión del instante están presentes en la lectura como una compañía corriente, pero inquietante. Diana Bellesi suma a un escenario común y cotidiano lo que ocurre fuera del campo de lo real, lo que se pierde en el presente, “paradojas del pensamiento, grescas / fundadas vaya a saberse dónde”. Se reconoce su voz madura y sólida en la libertad para indagar en imágenes cotidianas que se descubren hablando de una complejidad que las cosas desconocen. Una extraña armonía surge entre la sencillez de quien se le escapan las palabras en una conversación coloquial y quien detecta impronunciables nudos en la garganta: “Yo tengo una palabra en la garganta / y no la suelto, y no me libro de ella / aunque me empuja su empellón de sangre”.
Un procedimiento admirable y siempre elogiado en su obra es el desconcierto que acompaña en el correr de los versos y en la continuidad de los ecos, tanto por el reflejo de las imágenes como por el potencial de los sonidos. ¿Reírse o llorar? Esa es la cuestión en la poesía, lograr que la certeza se saboree desintegrándose en la lengua propia, la que sabe a uno mismo. Rimas coloquiales e imágenes sencillas arman un entramado inesperadamente complejo. Un fino equilibrio para transitar desde lo material hasta lo inmaterial y convertirlo todo en una ilusión estará presente en la trama visual del libro. Tal como lo logra en “Alpiste”: “El tiempo nos guiña un ojo y dice / ‘aprovechá’, rubia, te queda poco alpiste / salvo dilatar el instante, esa / tu eternidad y casi no sabemos nada / de puro ejercitarnos nomás toda / la vida calcular plusvalías, tomá / nota: no rinde el tiempo a plazo fijo”. Es el equilibrio de una misma expresión que se reconoce desmedida, por lo tanto ironiza, y a su vez se reconoce inevitable, por lo tanto se compromete. Por ejemplo, la actualidad retratada a través del problema de la metáfora: “Ahí malditos / vean qué hacen qué han hecho / en el espejo / horrendo sin / reflejo de los dueños / de alma ajena”. La metáfora recibe directamente los golpes de la materialidad, y en una tradicional línea poética latinoamericana cuyo mejor resultado fue el Canto General de Neruda, la metáfora es la plusvalía de los justos y humildes.
“Cretinos la metáfora / cierra y abre / como un párpado / donde brilla el relámpago / de los justos.” La rebelión puede ocurrir en la lectura si emerge la percepción del instante, es decir, si el instante cobra estatuto real. Renunciar a la exigencia de un retrato del instante y permitir que el instante se filtre en el discurrir del lenguaje, parece ser la solución: gestar su ilusión en la lectura.
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