VINDERMAN
Una poesía de fuerte lirismo, tan narrativa como metafórica.
› Por LEONOR SILVESTRI
Hospital de Veteranos
Paulina Vinderman
Alción Editores
52 páginas
Hay poéticas tan desconcertantes que atrapan y encantan. Tal es el caso de Pisadas sobre vidrios y Hospital de Veteranos, los dos poemarios de la muy premiada Paulina Vinderman, unidos en un mismo libro homónimo, donde la capacidad de contar una historia de la segunda parte se relaciona con la primera en la complejidad que caracteriza a ambas. Una poética clásica pero desestabilizadora con máximas poéticas fuertes (“La única poesía que ilumina es la que arde/ y ningún mar será más extenso que mi imaginación”) y referencias a la literatura sajona en los epígrafes de Milton, Auden y Ondaatje.
Se trata de una poesía cargada de metáforas e imágenes líricas en la primera parte que le da un vaho de exotismo y un poco de la imaginería típica de la ciencia ficción, pero fuera de su lugar: “Desde acá, las ciudades/ son arcaicas esculturas de asfalto y de vidrio/ iluminadas por las matemáticas/ como lo son los durazneros por la estructura musical/ del viento al anochecer”. Asimismo, los cuentos infantiles, al estilo de los hermanos Grimm, y algo de una Marosa de Giorgio disciplinada caracterizan a esta obra que podría ser adjetivada como vaporosa u opaca; con una estética en todo opuesta al realismo, aunque se intente trazar una línea narrativa con haikus dentro de poemas largos, como por ejemplo “Hoy vino la muerte. Es bella y callada/ pero los gatos se asustaron”, o en “Veo la vida como algo desenfocado y hermoso./ Un bosque que susurra,/ sólo hay que esforzarse por escuchar”.
Pero a su vez, ambos poemarios se amalgaman en la “denuncia” del destino de las mujeres en su forma poética, en sus diferentes formas —hija, amante, novia—: “Hemos decidido permanecer hasta la boda/ Anoche enhebré el collar de cuentas verdes/ como regalo para la novia, que está trenzando su pelo/ por última vez/ festejaremos la pasión organizada/ (domesticada)”. Y la aparición del padre, infaltable, con su figura de hombre viejo, ya no tanto para las loas, especialmente a partir de la segunda parte del libro, que manteniendo el nivel de metáfora y vaguedad cuenta la historia de una hija que cuida a su padre enfermo e internado, moribundo soldado veterano.
Sin embargo, los poemas son de vida, aunque hablen de la muerte y nos hagan reflexionar acerca de cómo queremos morir y que, desde algún punto de vista, nos interpela acerca de cómo queremos vivir.
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