QUE SE VAYAN TODOS
30 de agosto
› Por Daniel Link
En la edición del 11 de agosto pasado, Radarlibros recogió la preocupación que, a propósito de las próximas elecciones, comenzaba a circular entre algunos sectores de la opinión pública, que salieron a reclamar una Asamblea Constituyente y la caducidad de todos los mandatos como única forma de resolver la crisis institucional argentina. “Habría que ver qué ecos suscita ese reclamo”, decíamos entonces, “pero esperemos, por el bien de todos, que sean muchos”.
Las dos intensas semanas transcurridas desde entonces multiplicaron los ecos: el reclamo circula ya bajo la forma de una solicitación que un amplio espectro de intelectuales de diversa adscripción política está firmando. Paralelamente, amplios sectores de la política argentina adhirieron a la convocatoria: el movimiento piquetero, las asambleas populares, organismos de derechos humanos (ver el texto de Adolfo Pérez Esquivel publicado por Radarlibros en la edición del 18 de agosto), el ARI, la CTA, Autodeterminación y Libertad, Izquierda Unida, el Movimiento Socialista de los Trabajadores, el Partido Socialista Auténtico, el Frente para el Cambio y la Corriente Clasista y Combativa, entre otras agrupaciones, coincidieron en una convocatoria a una marcha el próximo 30 de agosto, con las consignas de caducidad de todos los mandatos y Asamblea General Constituyente para discutir un nuevo modelo de país. Se espera, además de la masiva participación de la ciudadanía, una amplia adhesión de la “opinión pública ilustrada” a la convocatoria.
Tal como anticipaba Radarlibros hace dos semanas, las claves para que esas dos llamas no se transformen en fósforos quemados en un incendio son la amenaza de abstencionismo electoral (“para votar así, preferiría no hacerlo”) y la amplitud del reclamo. Según Luis Zamora, uno de los convocantes a la marcha del 30, “el espacio debe ser amplio y democrático, de lo contrario corre el riesgo de fracasar”.
Un país como la Argentina, que tiene ya dieciocho millones y medio de pobres y nueve millones de indigentes (siete de cada diez chicos son pobres, cuatro de cada diez viven en la miseria), no puede darse el lujo de un nuevo fracaso.