BIOGRAFíAS
Después de tantos relatos alternativos sobre la vida de Jesús, esta biografía de Armand Puig, especialista en ciencias bíblicas, viene a poner una dosis de realismo histórico. Una vida de Jesús con los pies sobre la tierra.
› Por Mariana Enriquez
Jesús, una biografía
Armand Puig
Edhasa
662 páginas
Atención: no hay que esperar de esta biografía de Jesús nada que se parezca a teorías conspirativas al estilo Código da Vinci o trayectorias vitales alternativas del dios-hombre, como en la novela La última tentación de Cristo. Según Armand Puig –decano de la Facultad de Teología de Cataluña– el libro está escrito “de acuerdo con un registro amplio que combina la investigación histórica, el análisis exegético y la reflexión espiritual”. Así, en más de seiscientas páginas, desmenuza a Jesús y su época con rigor y, por cierto, aridez. Esta biografía no es ligera ni sencilla de leer; la erudición y el rigor de Puig quedan evidenciados en cada página, no así un don particular para encantar al lector.
Pero es apasionante, una vez atravesado el primer desierto de citas y datos. Puig utiliza como fuentes los cuatro evangelios canónicos –-aprobados por la Iglesia–, los evangelios apócrifos, además de escritos civiles y extra eclesiásticos: fuentes rabínicas, islámicas e históricas como Flavio Josefo y otros escritores romanos. No se despega un centímetro de sus fuentes, y trata de imaginar lo menos posible. Y como se trata del texto de un creyente, aquí se puede encontrar una verdadera clase (didáctica, seria) sobre la diferencia entre saduceos, esenios y fariseos, pero ni una línea de intento de explicación pseudo-científica de los milagros de Jesús o su resurrección. El de Puig es un Jesús canónico, y quizá mucho más real –o al menos ceñido a las fuentes asequibles– que el propuesto por las versiones más alternativas. Así, no se pone en duda su celibato –aunque Puig admite que el resto de su estilo de vida distaba de ser ascético–, las mujeres que lo acompañaban son reconocidas como discípulas, pero jamás como integrantes de Los Doce Apóstoles, y mucho menos como ocultos intereses románticos, y en efecto resucitó de entre los muertos. De esta manera, como creyente, Puig articula crítica histórica con hermenéutica de la fe.
Ahora bien, para llegar a Jesús el personaje, Puig se toma 130 páginas donde explica las fuentes, la renovación religiosa judía de la época y el contexto histórico en el que nace, vive y muere el Cristo. Y la complejidad de ese mundo resulta tan fascinante como el objeto del libro: la extraña vida de los esenios, recluidos en cuevas y en extrema observancia de las escrituras; la confirmación de que la historia de Salomé y el Bautista es altamente improbable, cuando no pura invención; las divisiones y tensiones políticas entre Roma y el Templo, el peculiar desprecio de los judíos por los samaritanos.
Cuando se llega a Jesús también surgen las sorpresas. Puig afirma, por ejemplo, que empezó su vida pública después de los 30 años, quizá incluso a los 35. También asegura que Juan el Bautista no lo conocía, ni sintió la presencia de Dios al tocarlo cuando lo sumergió en las aguas del Jordán. Concluye que su padre, José, era viudo cuando se casó con María, y que de su matrimonio previo tenía seis hijos, los hermanos de Jesús. Y lo más extraño: habría nacido antes del año 0 que supuestamente marca su nacimiento: entre el 1º de octubre del año 7 AC y el 30 de septiembre del año 6 AC. Sobre la personalidad de Jesús, Puig, tan aferrado a los datos, prefiere el enigma: “Resulta imposible trazar un retrato de Jesús desde el punto de vista psicológico sin verter sobre la imagen resultante grandes cantidades de fantasía. Seguramente una novela histórica sobre Jesús debería hacer abundantes concesiones sobre el particular, pero no ésta la tesitura en la que se mueve este libro. Así pues, podemos prescindir de caminos demasiado arriesgados”.
En efecto, el autor prescinde de cualquier elucubración imaginativa, exceptuando los hechos maravillosos que da por hecho movido por su fe. Sin embargo, hay que apuntar que su relato de la pasión y muerte es poderosísimo porque, dejando de lado el morbo, con frialdad, traza un panorama político que permite comprender el porqué de la ejecución del profeta, y esto sin esquivar el bulto: hace explícito que este punto es el que dio lugar al antisemitismo, que denuncia y repudia, y cuya actualidad relacionada con la muerte de Jesús quedó clara cuando Mel Gibson estrenó, con enorme e insólito éxito, ese carnaval de sangre pretendidamente riguroso que es La pasión de Cristo.
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