Dom 25.08.2002
libros

INSTRUCCIONES PARA SER HANIF KUREISHI

Las tretas del Paqui

Hanif Kureishi podrá (o no) publicar alguna buena novela en el futuro. Mientras tanto, los lectores pueden entretenerse revisando sus nuevos libros: una colección de sus intervenciones cinematográficas y sus reflexiones sobre los talleres para escritores que coordina.

› Por Rodrigo Fresán

Luego del terrible paso en falso que fue su novela Gabriel’s Gift (un triste y fallido intento a la hora de querer lograr y no conseguir la primera Gran Novela Adolescente y Salingeriana del Nuevo Milenio) y de ese horror que fue la adaptación al cine de su Intimidad, cabía pensar que el escritor Hanif Kureishi se iba a sentar a un costado del camino a sacar conclusiones e intentar comprender qué cuernos había ocurrido. O algo así. En cualquier caso, el 2002 será recordado dentro de la vida y obra de Kureishi como aquel año en que mejor no innovar.
Así, acaba de salir Collected Screenplays, donde reúne su abundante obra para cine (no olvidar que Kureishi surgió a partir de su trabajo para escenarios y pantallas, y recién después fue considerado escritor por El buda de los suburbios) y este Dreaming and Scheming: Reflections on Writing and Politics, que puede leerse tanto como manual de instrucciones para futuros escritores así como manual de primeros auxilios para el presente de un escritor que, en un determinado momento de su carrera, se pregunta qué pasó y descubre que pasó mucho.

EL LAMENTO DE KUREISHI
Este volumen de ensayos es, también, una especie de autobiografía de un espécimen raro. Alguien que empezó siendo celebrado como la “voz étnica” de su generación para, de un tiempo a esta parte, ser acusado de “haber manipulado la memoria de su raza sin ninguna integridad cultural” como un pseudo Philip Roth que comienza deshonrando a los suyos para acto seguido ocuparse, una y otra vez, de las egoístas y masturbatorias obsesiones del hombre cuarentón con modales metaficcionales. Los más duros no vacilan en afirmar que está acabado, que ya fue, que no le queda más que contar que no sea su propia vida, apenas disfrazada, bien escrita, sí, pero aburrida y permanentemente en celo.
A ellos –casi subliminalmente– parece estar dedicado este Dreaming and Scheming (dividido en tres partes: Política y cultura, Películas, y Escritura) que no es otra cosa que un mapa Kureishi para comprender de una buena vez por todas de dónde viene y hacia dónde quiere ir. La primera parte está compuesta por breves y contundentes memoirs acerca de crecer en Inglaterra siendo un “paqui” nacido en Bromley. La segunda sección se ocupa de su perfil de escritor para la pantalla y de su vínculo artístico con el director de cine Stephen Frears. La tercera, de su experiencia como maestro en un taller literario. Hay, sí, algo de rejunte, piezas ya conocidas y aparecidas en libros anteriores: su prefacio al formidable guión de My Beautiful Laundrette (Ropa limpia, negocios sucios) y al de Londres me mata y My Son the Fanatic; aquel brillante ensayo sobre la influencia de los Beatles y aquel casi diario de filmación de Intimidad que había aparecido en la reedición de la novela. Pero, afortunadamente, eso no es todo y aquí, todo junto, ofrece mucho más de lo que suele ofrecer uno de estos libros de non-fiction entre una fiction y otra fiction. Lo mejor está en la introducción del libro titulado “Reflections on Writing” (“El artista no sufre por las demandas del acto de escribir sino porque se ve obligado a estar siempre en contacto con su inconsciente... La moneda con que negocia un escritor es, siempre, su insatisfacción porque jamás encontrará del todo respuesta a lo que se pregunta para poder ponerla por escrito”) y en el largo texto final que da título al asunto y donde se reflexiona sobre el fino arte de soñar y planear; es decir: sobre el fino arte de hacer literatura gracias a la sociedad de la inspiración y del oficio. Y de intentar explicar cómo se hace para soñar y planear eso. “¿Es difícil escribir?”, pregunta Kureishi. “Sólo si no puedes hacerlo”, responde Kureishi.

COMOS Y PORQUES
La pregunta, siempre, es cómo y por qué se forma un escritor. Kureishi responde sin dudar en la primera línea del libro –”Mi padre quería ser escritor”– y en la última línea del libro agrega:”Existe siempre una necesidad de hablar y una necesidad por ser oído”. Entre un extremo y otro –entre la obligación hacia la sangre frustrada de sus mayores y la responsabilidad ante los reflejos propios y universales– discurre la corriente subterránea de Dreaming and Scheming, que se hace clara y visible cuando el alumno Kureishi se convierte en el maestro Kureishi para intentar explicar y transmitir a segundos y terceros no sólo cómo escribir con cierta corrección sino también cuál es el sentido de hacerlo. Conviene advertirlo: Kureishi no devela ningún misterio ni transmite fórmula secreta alguna (“¿Puede enseñarse a escribir? No lo sé, pero de cualquier modo nos juntaremos una vez por semana”, admite), aunque ofrece puntos más que interesantes a la hora de examinar al alumno típico (lo difícil que resulta alejarlos de la idea de lo autobiográfico), la percepción del escritor como rock-star por parte de los aprendices más interesados en editar que en escribir (Kureishi aconseja intentar mantener todo lo que se pueda el espíritu de amateur entusiasta), ejercicios interesantes (pedirles a sus alumnos que se inventen un seudónimo bajo el cual escribir sobre cosas que le sean completamente ajenas con un estilo que no les guste) y, finalmente, el lugar que ocupa él ahí adentro: “Mis dudas acerca de lo que puedo llegar a ofrecer como maestro no han disminuido con el correr de los años... El otro día pensaba en esto mientras les proponía un nuevo ejercicio a mis alumnos. Muchos venían desde lejos, en tren, bajo la lluvia y de golpe fui consciente de la calidad del silencio en la habitación, un silencio concentrado. Los miembros del grupo estaban tirados en sofás, o sentados en rincones de la habitación, pero todos estaban escribiendo. Yo les había puesto un tiempo determinado para hacer lo que estaban haciendo; así que luego habría un descanso y entonces leerían en voz alta sus textos. Más tarde iríamos hasta el pub para hablar de obras de teatro y novelas, y algunos intercambiaran direcciones de e-mail para pasarse sus escritos. Ésa era y ésa es, me parece a mí, una forma productiva de pasarse una buena tarde”. 5

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