Dom 20.05.2007
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Narrativa completa de Dorothy Parker

› Por Mariana Enriquez

Resulta llamativo, y más aún con la contundencia de su Narrativa completa, que todavía exista el reflejo de defender a Dorothy Parker. Buena parte de la excelente introducción a la edición inglesa de Regina Barreca (que reproduce el libro de Sudamericana) se ocupa justamente de eso: demostrar que Parker es “una importante escritora norteamericana, solitaria y desarmada”. ¿Por qué habrá persistido el prejuicio? ¿Quizá porque Doroty Parker era –entre muchas otras cosas– una humorista? Se sabe que el humor, la sátira, la comedia, no son genios que respeten demasiado los críticos anquilosados. ¿Será porque trabajaba con mucha frecuencia a pedido y la mayor parte de su trabajo apareció en Vanity Fair, el New Yorker, Cosmopolitan o Vogue? ¿O porque en Estados Unidos, su tierra natal, persiste la desconfianza conservadora, ya que Dorothy se involucró en el caso de Sacco y Vanzetti, fue perseguida por roja y se proclamó socialista hasta que murió en 1967? Como sea, con relatos, monólogos y apuntes a la vista cualquier descalificación es un disparate, cuando no una muestra de la más recalcitrante ignorancia.

Escrita entre 1922 y 1955, la narrativa de Dorothy Parker tiene una vigencia, agudeza e inteligencia pasmosas. “El señor Durant”, publicado en 1924, es un cuento sobre el aborto cuando ni siquiera se mencionaba la palabra (de hecho, el relato no lo hace); y es de un realismo cruel, que no ahorra una toma de posición pero tampoco olvida que se trata de literatura, no de barricada. La sátira al mundo pequeño-burgués de la Nueva York que Dorothy Parker conocía como nadie es implacable, como lo es su descripción precisa y dolorosa del patetismo (y, de eso, jamás se burla): la caída en la depresión y el alcoholismo de Hazel, por ejemplo, la inolvidable protagonista de “Una rubia imponente”, que no puede conservar su espíritu de alma de la fiesta aunque lo intente; la desesperación de la mujer que en el relato “Entre Nueva York y Detroit” le confiesa a un novio muy distante que le da vergüenza no poder responderles a sus amigas cuando le preguntan si va a volver; la exactitud de las conversaciones borrachas de madrugada en bares, cuando se pasa del amor al odio y de la risa al llanto; la angustia frente a un teléfono que no suena; la miseria de familias que pelean por una herencia; las catástrofes conyugales (en “¡Qué lástima!”, por ejemplo, un tratado sobre la incomunicación de una pareja) o el aburrimiento en las fiestas, que Parker expresa con una de esas frases matadoras que la hicieron famosa: “Una buena cosa para grabar en mi lápida: Fue a todas partes contra su voluntad”.

Además de escribir estos estupendos relatos, Dorothy Parker era una notable poeta, autora de comedias y hasta ganadora de un Oscar por su guión de A Star is Born en 1944. Se casó varias veces e intentó suicidarse otras tantas, era el alma de las famosas tertulias del hotel Algonquin, amiga de los hermanos Marx y fundadora de la liga antinazi. Se cuenta que murió en la habitación de un hotel, acompañada de su omnipresente vaso de whisky.

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