HISTORIA
› Por Federico Kukso
La Edad Media explicada a los jóvenes
Jacques Le Goff
Paidós
126 páginas
Decir Edad Media es decir –casi por asociación directa y automática– peste negra, sociedad feudal, caballeros, castillos, catedrales góticas, las cruzadas, los templarios, La chanson de Roland, Ricardo Corazón de León, Lancelot, Perceval, Francisco de Asís, Carlomagno... y también Jacques Le Goff, el famoso y historiador francés de 82 años y uno de los últimos herederos de la Escuela de los Anales, que hizo de este trecho de la historia que va del siglo V al XV un culto en sí mismo. Prolífico y obsesivo como pocos, Le Goff escribió tantos libros sobre la Edad Media que no hay catálogo o librería que los tenga todos: está Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, La civilización del Occidente medieval, En busca de la Edad Media, El hombre medieval, Los intelectuales en la Edad Media... y así se podría seguir evocando títulos de libros casi ad infinitum hasta toparse con su última incursión, La Edad Media explicada a los jóvenes, en el que, si bien aggiorna su tono y estilo para ajustarlo a su nueva audiencia, mantiene con perseverancia su intención algo quijotesca de volver, según sus mismísimas palabras, “bonita” una época plenamente “fea”.
Parece diferente, se lee diferente, pero en realidad La Edad Media explicada a los jóvenes no es del todo diferente a los anteriores tratados medievales legoffianos. Y eso, aunque no lo parezca del todo, es bueno: ocurre que en su último libro, Le Goff organiza su exposición como si fuera todo una gran entrevista, consiguiendo de ese modo que la estructura dialogada les otorgue a temas de alta densidad –el feudalismo, la estructura jerárquico-angelical del cielo, el destino del rey franco Clodoveo– el dinamismo único del Q&A, de pregunta y respuesta. Sin embargo, en lugar de caer en la estrategia de la simplificación, Le Goff elige el camino de la síntesis al prescindir de lo accesorio (la lista interminable de reyes, reinas y papas) y privilegiar –como recomienda todo buen profesor de historia– los procesos por sobre las fechas olvidables y los nombres con poca posibilidad de quedar atesorados en la memoria.
A diferencia de su anterior libro, Una historia del cuerpo en la Edad Media, en esta ocasión el historiador francés no ahonda tanto en el reverso cotidiano, truculento y descarnado de “lo medieval” (los ríos de sangre derramado, las hordas de leprosos, las hambrunas y el azote de la disentería) sino que rodea la cuestión y, vaso medio lleno en mano, se encarga de enumerar como un buen agente de prensa los logros y maravillas de esta época de tono lúgubre y oscuro: a saber, la consolidación de la universidad, los derechos del individuo, la organización de Estados, el nacimiento de las naciones y las ciudades, la aparición del molino, la brújula, la bragueta, las sábanas y el tenedor y, desde ya, el debut triunfal del libro.
Si bien no se le puede exigir mucho más de lo que es –una introducción, una mirada a vuelo de pájaro a lo ocurrido en mil años–, Le Goff al menos consigue mitigar un poco el sentido peyorativo (e idealizado) repetidamente asignado a esta época que de vez en cuando es recordada o bien por los enigmas de Umberto Eco o bien por obra y gracia de los equívocos históricos de algún que otro olvidable best-seller.
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