EN FOCO > MASOTTA POR CORREAS
Publicado originariamente en 1991, recién ahora reeditado, La operación Masotta (Interzona) es un ensayo deslumbrante, y algo más. En este texto, Carlos Correas tocó los límites de la biografía para transformarla en el sutil arte del ajuste de cuentas.
› Por Patricio Lennard
La operación Masotta
Carlos Correas
Interzona
195 páginas.
“Los intelectuales son como la mafia: siempre se matan entre ellos", dice Woody Allen en su film Stardust Memories. Y es esa endogamia criminal, ese corporativismo del ultraje, lo que a veces predispone al "ajuste de cuentas". Un género de la vileza literaria que esa pandilla intelectual que fue Contorno cultivó con escasas concesiones, y en cuya escuela Carlos Correas –junto con Oscar Masotta y Juan José Sebreli, sus compinches de entonces– aprendió que la crítica bien podía ser una forma de polémica, de querella y hasta de venganza.
No en vano La operación Masotta es un libro encarnizado, implacable. Un libro que parece haber sido escrito con una sonrisa de costado, entre ladina y gozosa. Biografía, autobiografía, ejercicio crítico, y a un tiempo testamento y epitafio, el texto de Correas se sumerge en la vida y la obra del que quizá sea el intelectual argentino más emblemático de los años '60. Una empresa cuyo fin es discutir el legado de quien sucesivamente supo ser marxista y lector precoz de Sartre y Merleau-Ponty en los '50; autor de uno de los estudios más iluminadores sobre Roberto Arlt y un apasionado por la historieta; artista de vanguardia y vedette intelectual del Instituto Di Tella, e introductor del pensamiento de Lacan en la Argentina.
A la evocación de la vie de bohème y de las charlas de café de esos tres veinteañeros (Correas, Masotta, Sebreli) que orbitaban la Facultad de Filosofía y Letras, adoraban a Sartre y anhelaban ser escritores, le sigue en el texto un pormenorizado examen de la obra de Oscar Masotta cuyo derrotero se corresponde con los avatares de una amistad que comienza en 1953, cuando a través de Sebreli Correas conoce a Masotta, y que llegaría a su fin hacia 1960, época en que éste sufre su famoso "episodio de locura" luego de la muerte de su padre. Algo que justifica que las anécdotas juveniles cedan terreno a la mirada distanciada y al embate crítico de quien, con rencor disimulado, quiere que su libro "no sea únicamente una otra forma de muerte para Oscar Masotta". Un deseo que Correas expresa, en su doble filo, sabiendo que hay biografías que "revelan que el autor no se ha satisfecho con la muerte biológica del biografiado e intenta más muerte para su hombre, tal vez la definitiva".
El outsider, el escritor marginal, el refugiado en las soledades de la filosofía que terminará cortándose las venas y arrojándose por una ventana, escribe así a la sombra del éxito y del reconocimiento que a Masotta (al igual que a Sebreli) le llegan cuando ya no es su amigo. Nada más alejado de esa voluntad de "vivir entre gente inteligente y canchera" que Correas le atribuye, y que será uno de los tantos reproches que al final del libro lo llevarán a admitir que ha hecho "una biografía avara y celosa". Una asunción que no pretenderá, sin embargo, subsanar lo desatinado y caprichoso de varios de sus juicios, como considerar a Sexo y traición en Roberto Arlt un "libro estrolado", "un detritus de aburrimiento", un "desvarío", o reprocharle a su autor no haberse expedido sobre la coyuntura política posterior al golpe de 1966 en un momento en que destilaba "pensamiento contemporáneo" por los cuatro costados.
Como quien insistentemente entra al baño cuando hay alguien sin pedir permiso, Correas fisgonea en los textos de Masotta; ejercita con insidia la "crítica de fuentes"; busca las hilachas para tirar de ellas. Su lectura de los ensayos reunidos en 1968 en Conciencia y estructura se empecina en un uso acusatorio de la cita, entrecomillando, incluso, muchas palabras solas, casi en una incitación a tomar con pinzas el discurso de Masotta, como burlándose de esa frase suya que dice: "Escribir es cuidarse de lo que se escribe porque lo que se escribe puede ser utilizado". Una forma maliciosa de leer que lo lleva a denunciar tanto ese "saber como apariencia" que en un artículo breve sobre la historieta puede adoptar la forma de setenta y seis referencias bibliográficas, como el "provincianismo" de su biografiado, su esnobismo, su tendencia al plagio.
Más allá de las arbitrariedades y opiniones discutibles que hacen honor a su carácter de eximio polemista, Correas escribió un libro fascinante y mordaz, en el que el destino de un hombre le permite auscultar (y añorar) una época. No es osado decir que La operación Masotta es uno de los ensayos más poderosos que se han escrito en la Argentina en los últimos veinte años. Un momento en que la biografía como género deja definitivamente de parecerse a sí misma.
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