Dom 30.09.2007
libros

HADDON

La curiosidad mató al perro

Aunque sea interesante y de a ratos sintonice con el humor fino que caracterizó su obra anterior, la segunda novela de Mark Haddon tiene un problema de peso: el curioso incidente del perro a medianoche.

› Por Rodrigo Orihuela

Un pequeño inconveniente
Mark Haddon
Alfaguara
484 páginas.

Hay personas que son graciosas sin sonreír. Eso piensa George, el personaje principal de Un pequeño inconveniente, acerca de un doctor que lo atiende. Para un lector es sencillo imaginar este tipo de persona: suelen hacer chistes inesperados, cortos, secos, muchas veces irónicos, sobre cosas que para otros son serias. Suelen ser dueños de un humor que busca desdramatizar situaciones.

Mark Haddon debe ser una de esas personas. Su escritura es una búsqueda constante de la desdramatización a través del humor fino. Lo demostró de forma soberbia en su primera novela para adultos, la deliciosa El curioso incidente del perro a medianoche, y lo vuelve a demostrar, aunque Un pequeño inconveniente, cabe decir, sea mucho menos interesante.

El curioso incidente del perro a medianoche tuvo la virtud de ser una novela consagrada por sus lectores. Sí, ganó el premio Whitebred, uno de los dos más prestigiosos de Inglaterra (el otro sigue siendo el Booker), pero la popularidad llegó por el boca a boca mucho antes del premio.

El éxito fue inesperado, además, porque El curioso incidente... era la primera novela para adultos de un escritor de libros de niños poco conocido y terminó siendo uno de esos libros que uno quiere, sinceramente, prestar para que lo disfruten todas las personas posibles. Aunque buscaba crear un libro para adultos (había escrito cinco novelas previas, todas inéditas), tras la publicación se encontró con la sorpresa de que el libro fue comercializado, y consumido, tanto para niños como para adultos. Con Un pequeño inconveniente, Haddon parece empeñado en evitar que esto volviese a suceder y escribió una historia netamente de adultos acerca de las vidas de los cuatro integrantes de una familia: los sesentones George y Jean y sus hijos Katie y Jamie, ambos alrededor de la treintena.

Haddon centra cada capítulo alrededor de un personaje. Jean, incomprendida por sus distantes hijos, vive un matrimonio desgastado, sin magia, esperanza ni alegría alguna, un matrimonio muerto en vida. Su única gran felicidad la brindan las tardes entre sábanas con su amante Dave, ex compañero de trabajo de George. Katie, la hija de Jean y George, es una madre divorciada que está a punto de casarse con el bueno de Ray, a quien el resto de la familia no puede dejar de notarle su origen obrero y con quien Katie parece estar más conforme que enamorada. Por su parte, Jamie es un homosexual temeroso de comprometerse en una relación amorosa seria a pesar de estar perdidamente enamorado.

Las vidas de Jean, Katie y Jamie son sencillas e incluso monótonas. Los principales acontecimientos se desarrollan alrededor del deprimido jubilado George y sus enfermedades, paranoias y soledad. Su vida es algo más eventual que la del resto de su familia porque cree tener cáncer (el pequeño inconveniente del título) y busca una solución: el suicidio y la autointervención "quirúrgica" son dos de las opciones.

A toda la familia le pasan cosas serias, dramáticas incluso, y todos creen tener problemas mucho más importantes que los de los demás. La capacidad del autor radica en lograr narrarlo todo con un tono gracioso. George, por ejemplo, lo intenta en un momento con el hecho de que Jamie es homosexual y piensa "¿qué tiene eso de malo? Nada en absoluto. Siempre y cuando uno fuera higiénico". George es, también, el tipo de persona que se arrepiente de no haber guardado el discurso que leyó en el primer casamiento de su hija ya que, piensa, como el matrimonio duró poco podría haber reutilizado el discurso en el segundo.

Este tipo de situaciones son lo mejor del libro. Pero con el avance de la trama, a medida que el pequeño inconveniente crece de la mano de la locura (leve, pero locura al fin) de George, la historia se vuelve absurda y como la habilidad de Haddon con el humor absurdo dista muchísimo de su habilidad con el humor fino, todo se vuelve demasiado descabellado y engorroso y, para desgracia de Haddon, las segundas novelas serán siempre comparadas con las anteriores si vienen precedidas por tanto éxito.

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