EDWARDS
Lenguaje neocriollo con envase metálico y tuerca mariposa.
› Por Jorge Pinedo
Mosca blanca sobre oveja negra
Rodolfo Edwards
Vox
30 páginas.
En tierras donde acaso haya menos gente que lea poesía que gente que la escriba, los versos del boquense Rodolfo Edwards quiebran la monotonía del mero encolumnamiento de palabras y las múltiples pretensiones de incorrección con el que tan generoso género abarrota inocentes páginas en blanco. Sin parecerse ni aproximarse, Mosca blanca sobre oveja negra no deja de remitir al manejo del leguaje de Macedonio, al sutil erotismo de Oliverio, a la apuesta por el semejante (y su palabra) del primer Gelman. Más profuso, con la mayor madurez (pese a y acaso por ser un libro cocinado durante décadas) que produce el asentamiento de un estilo, esta flamante entrega de Edwards lo encuentra sólidamente parado sobre un territorio que bien conoce.
Es el del paisaje urbano, el páramo de lo cotidiano, el jardín de los goces, el cielo de mañana, ese espacio que recorre desde la fugacidad de la conciencia, con la zambullida oportuna en la memoria y en el parpadeo que atrapa un instante. El poeta genera un lenguaje propio, suerte de neocriollo que incluye tanto voces como escenas escapadas de la cultura doméstica, capaz de asimilar y al tiempo diferenciarse. Ya lo había anticipado en su debut literario (Culo criollo, 1999) cuando verseaba: “bota de potro no es tejana/ mate amargo no es five o’clock tea/ crencha engrasada no es dreadlock/ culo criollo no es delirio francés”.
Compatibilizando su fanatismo por Independiente de Avellaneda con una licenciatura en Letras, Edwards revisita lo visto y oído mil veces a fin de volver a lanzarlo: “angustia de la pantalla en negro/ ya no aporreo mi Underwood/ acaricio mi Macintosh...”; con idéntica soltura con la que es capaz de describir el suicidio de Alberto Olmedo hasta el momento en que el cuerpo choca contra el suelo (“...y todavía aleteaba”). Ductilidad que le permite explorar lo íntimo en lo cotidiano: “quisiera que un ladrón te robara/ tu bello reloj pulsera/ así al menos/ me preguntarías la hora”. También, resignificar personajes e identidades: “Isidoro Cañones/ era un militante de la derecha liberal/ Paturuzú de la derecha clerical/ y el Profesor Neurus del campo popular/ resulta que/ Gatúbela/ era apenas la costurerita que dio aquel mal paso...”.
Artefacto de última generación por su envase metálico con tornillo y tuerca mariposa, Mosca blanca sobre oveja negra (el poemario) retoma lo más moderno de lo moderno: lo clásico.
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