LECTURAS Y VERANO
Libros para tener en cuenta en vacaciones.
› Por Jorge Pinedo
Historia argentina con drama y humor
Salvador Ferla
Peña Lillo-Continente
282 páginas.
El producto historiográfico no deja de portar en su seno tanto la marca de época como el estilo del autor: factores significativos a la hora de evaluar subjetividades y así considerar el lugar desde donde se enuncia una idea. Pocas veces tal factor opera tan a modo de brújula para la lectura como en la obra de Salvador Ferla (1925-1986), un historiador a quien bien podría encuadrarse bajo la órbita revisionista. Generalización en exceso abarcativa en cuanto arroja a la misma bolsa a historiadores tan disímiles como José María Rosa, Ernesto Palacio, Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos, Milcíades Peña, hasta incluir a heterodoxos como Félix Luna o Felipe Pigna. Unos y otros sin embargo coinciden en oponerse a la derecha conservadora, el apologismo fascistoide y el liberalismo clásico.
El revisionismo de Ferla es, además, militante; un paneo sobre personajes y acontecimientos apto a fin de zambullirse en lo más hondo de espacios y momentos: “...no es una posición académica sino un movimiento cultural de hondo contenido político, que aspira a suscitarle a la Argentina criolla una continuidad... una herramienta de liberación nacional...”.
Publicado por primera vez en 1974, en pleno fragor del peronismo revolucionario, cúspide de la doctrina del socialismo nacional, funciona como un prisma que ilumina tanto el momento que toma Historia Argentina con drama y humor por objeto (la emancipación y consolidación nacional en el signo XIX), como el instante en que fue escrito. Lo del drama del subtítulo alude –entre tantos, específicamente– a “la imagen bárbara, vergonzante, martinfierrista, que le dibujaran al viejo pueblo criollo... transferida a perpetuidad no sólo a sus descendientes carnales sino también al pueblo surgido de la inmigración”.
Despejado el esteticismo, Ferla apunta a los “políticos afectados de la misma ceguera, de la misma petulancia, de la misma extranjería”. Hoy como ayer. Por su parte, el humor de marras se desliza hacia un relato descontracturado; usual en la actualidad, osado en su momento, que se tamiza en el paso del tiempo transformándose en atmósfera coloquial.
Una visión banal del texto instalaría el mote de anacrónico en los giros campechanos, el uso de comillas y mayúsculas, cierto lenguaje alejado del fashion contemporáneo, referencias políticas para veteranos. Sin embargo, la profundidad histórica se inscribe en la apuesta del autor de Mártires y verdugos (otra insoslayable reedición) por el retorno a los acontecimientos soslayados. Giro que lo impulsa a revisar los mitos, sin desvalorizarlos, proponiendo otros. Así postula un manojo de “padres de la patria” sin necesidad de describir próceres en calzoncillos. Propone para el podio, sin ir más lejos, a Liniers frente a Alzaga, a Saavedra contra Moreno, a Belgrano, a Artigas por sobre todo y todos, a Dorrego, a Rosas, a Yrigoyen y, claro, a Perón. Si bien esta sucinta Historia Argentina... se centra en el siglo de la independencia, el historiador va y vuelve en el plan de mostrar, demostrar, ilustrar y, por qué no, opinar por más que se le escurra cierta ingenuidad, propia de la época, en torno de la inequívoca decisión de las masas populares. Contraste entre dos siglos –-el XIX y el XX–, la obra de Salvador Ferla resulta apta como pocas a fin de situar los puntos de continuidad y de ruptura en el entrelazamiento de tanto modelos como prácticas políticas, económicas e ideológicas. Autor incluido.
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