CARLOTTO
Vida y ficción se mezclan y arman nuevas tramas en los libros de Massimo Carlotto, un ex militante de la ultraizquierda italiana acusado injustamente de asesinato.
› Por Fernando Krapp
Hasta nunca, mi amor
Massimo Carlotto
172 páginas
Emecé
Cuando Massimo Carlotto vio en la calle el cadáver de una chica a quien le habían dado más de cincuenta puñaladas, no pudo prever que ése iba a ser el comienzo de un largo y laberíntico periplo judicial, que involucraría cárceles de todo tipo, escapes como prófugo por Europa y Latinoamérica (incluso estuvo por Buenos Aires donde descubrió que era pariente de Estela Carlotto, una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo), cambios de identidad, ochenta y cinco juicios, once procesos, y, a posteriori, una vez absuelto, novelas negras. El caso Carlotto es uno de los más famosos en Italia, por ser el intento de la derecha nacionalista durante la década del ’70 de llevar a la cárcel a miembros de la extrema izquierda. Carlotto fue el primer chivo expiatorio y, por supuesto, nunca mató a esa chica, sino que se dedicó luego a matar a muchos personajes en sus novelas, cuando entró en la literatura haciendo catarsis, no sólo para descargar y tratar de hacer justicia con la pluma, sino para entender los mecanismos fraudulentos del poder, y entenderse a sí mismo como sujeto inmerso en una sociedad corrupta.
Los casos de catarsis literaria abundan por doquier, y quizás en parte el acierto de Carlotto haya sido el de construir novelas y no tanto transcribir de manera sistemática los desmadres que le ocurrieron en vida. De todos modos, el propio Carlotto insiste en que sus novelas deben leerse como proyectos periodísticos de investigación (afirma que la mayoría de sus narraciones son reales), ya que el periodismo italiano no se mete mucho donde no lo llaman.
Hasta nunca, mi amor es su última novela, y la primera publicada en español. En la novela, Giorgio Pellegrini, un tipo amoral, que se las sabe todas, misógino, miembro de la extrema izquierda prófugo en Latinoamérica, regresa a Europa antes de que le den la “grazia”, con un objetivo nada sencillo: reinsertarse en la sociedad. Para procurarse ese status, hace de todo; se alía con un comisario corrupto, realiza un robo millonario a un supermercado y finalmente abre un restaurante en el medio del nordeste italiano, donde encontrará la comodidad burguesa tan deseada. Allí, Pellegrini no tarda mucho en descubrir que la mafia de la clase alta ha mutado, que la misma falta de moral y violencia que él vivió en el bajo fondo italiano, en la sociedad alta se encuentra camuflado por un velo brillante de buenos modales, fe católica y cierta creencia en la instituciones que reflejan los intereses de la clase dominante. Puede que Hasta nunca, mi amor no llegue a satisfacer del todo las expectativas de un asiduo lector del género policial, porque en su afán por hacer de su novela un acto de denuncia, Carlotto no construye una trama ordenada, donde los elementos se repiten y se resignifican, sino que los hechos se producen precipitadamente. El narrador describe sus actos sin ninguna vuelta ni artilugio y en muchos pasajes de la novela hace hincapié en su propia redención, que considera netamente económica. No existe para él la posibilidad de una redención espiritual. La lectura que se desprende hacia el final del libro es la misma con la que comienza la novela: no hay lugar para la redención que no se haga a fuerza de violencia, poder y, sobre todo plata, mucha plata.
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