ZARVOS
Dos nouvelles llenas de vida y movimiento permiten conocer a un interesante escritor brasileño: Guilherme Zarvos.
› Por Nicolas G. Recoaro
Zombar
Guilherme Zarvos
Mansalva
78 páginas
2008.
Zombar es un libro que mapea los contrastes del Río de Janeiro de la era Lula. Con increíble vuelo poético, Guilherme Zarvos construye un patchwork de historias que cruzan la violencia, la crítica política, los entretelones de la banalidad mediática, la exclusión social y la historia cultural de esa descomunal isla lingüística llamada Brasil. Si bien Zombar es el sexto libro de Zarvos es el primero traducido al castellano. Este paulista de nacimiento y carioca por elección es una de las figuras centrales de la poesía brasileña contemporánea. Además de escritor, Guilherme Zarvos es científico social, economista y ha sido (junto al mítico poeta Chacal) uno de los fundadores del colectivo artístico CEP 20.000, desde donde se ha gestado buena parte de la vanguardia cultural carioca de las últimas dos décadas.
El libro incluye dos nouvelles. En Cantata constante, Zarvos reconstruye los frenéticos monólogos interiores de una pareja de adolescentes de una favela. El lunfardo carioca marca el ritmo pasional de los pensamientos de Paulino y Celina, los protagonistas del cuento. El es un marginal iracundo de clase baja, que sobrevive vendiendo su cuerpo y drogas a los turistas. Celina es su novia y no sabe cómo confesarle que goza más en la cama con su nuevo amante. La virtud del relato pasa por el vertiginoso uso del lenguaje, un agitado slang callejero, cuya repetición produce un increíble ritmo, al estilo del mejor funk carioca.
En Zombar, el segundo de los relatos, Zarvos traza un relato híbrido que fusiona la ficción y la crónica. El lugar del narrador, que es por momentos autobiográfico y referencial, no termina de definirse. “Desafortunadamente, este relato, más allá de sus momentos ficcionales, está basado en un hecho real: un comercial filmado en Río de Janeiro”, observa Zarvos en el epílogo.
La crónica-ficción de Zarvos revela en forma satírica la intimidad y las bajezas del mundillo publicitario. Zombar describe cómo la maquina publicitaria primermundista despliega toda su fastuosa parafernalia en las escalinatas de una favela carioca. 400 extras, 40 acróbatas, cineastas europeos y la grosera ambición de un magnate mediático nos desnudan el making off del rodaje publicitario, en un Río de Janeiro que se aleja bastante de la postal turística de las playas de Copacabana y el carnaval eterno.
La nouvelle construye una acertada alegoría del proceso de ascenso social del Brasil del siglo XXI. Zombar es una estructura de marketing político, un agenciamiento de celebridades, de films para televisión con fines educativos y con incentivos fiscales. Zarvos sabe dónde se para, desde dónde critica: “La Zombar es apenas una marca. El magnate necesita la marca. El no quiere ser alguien. El quiere ser la marca”. En paralelo, Zarvos posa su ojo sobre la humillación que vive el extra cuando es pisado y explotado, y debe mirar a la cámara con cara de satisfacción porque sabe que su sufrimiento es el de aquel que está ubicado en la base de la pirámide social, y como grita el director del comercial durante el rodaje: “Orden y sacrificio. Solo habrá uno que llegará al tope de la pirámide”. Porque del comercial que es filmado en Rio, pero que será consumido por despreocupadas familias europeas, solo se verá el movimiento amorfo de personas sin cara y color, una masa maquillada de desclasados que habitan las favelas del Brasil no apto para comerciales.
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