Dom 30.11.2008
libros

Con los cables pelados

› Por Mariano Dorr

Intensidades filosóficas
Gustavo Santiago

Paidós
216 páginas

En la Presentación de este impactante y breve recorrido por algunas de las “zonas de intensidad” de Sócrates, Epicuro, Spinoza, Nietzsche y Deleuze, el autor nos invita a comprometernos con una “lectura amorosa” o “lectura en intensidad”, citando la Carta a un crítico severo de Gilles Deleuze: “Algo pasa o no pasa. Es una especie de conexión eléctrica”. En primer lugar, un texto funciona o no funciona; inmediatamente nos preguntamos, ¿cómo funciona este texto? Habrá que pelar algunos cables para averiguarlo. Si nos asumimos a nosotros mismos como un flujo de otras corrientes e intensidades, no vacilaremos ante el peligro explícito de un falso contacto: “Nuestra labor se asemeja a la de esos electricistas irresponsables que dejan cables pelados por todas partes. La mayor pretensión de este libro es que cuando el lector ponga los dedos sobre algunos de estos cables filosóficos reciba una descarga inolvidable”, escribe Santiago. De lo que se trata (y es allí donde se justifica la elección de estos autores), es de generar buenos encuentros, buenas conexiones entre un libro y su lector, y por supuesto, entre lectores y lectores. Por eso, Intensidades... es tanto una breve introducción a la ética como una introducción a la experiencia de la lectura (de Deleuze).

Gustavo Santiago (profesor de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y autor de Filosofía, niños, escuela, entre otros textos) transita la obra de sus cinco filósofos de un modo ameno, sin la intención de “explicarlos” sino, más bien, de facilitarle el acceso al lector no avezado en filosofía. Una cuestión que insiste a lo largo del libro es la temática del poder y la potencialidad: qué puedo y qué no puedo. A propósito de lo que llama los tres “lemas de Sócrates: conócete, ocúpate, obedécete”, Santiago nos anima a iniciar el trabajo apolíneo de conocernos a nosotros mismos, lo que nos permitiría reconocer nuestro campo de acción, “a qué puedo aspirar”. Otro autor o “personaje filosófico” del libro, Spinoza, desarrolló la noción de “potencia” de modo tal que sigue siendo un concepto clave en la filosofía política actual (Toni Negri). Santiago escribe bellas páginas sobre el concepto spinoziano: “¿En qué se diferencian dos seres humanos? En lo mismo en que se diferencia un hombre de un gato o de una lamparita. En lo que pueden”. Y un poco más adelante, escribe: “La pregunta ¿qué soy? tiene una simple respuesta: soy lo que puedo”. Pero, justamente, no sabemos exactamente de qué somos capaces... hasta que lo comprobamos. Spinoza hizo célebre estas palabras: “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”.

El capítulo sobre Nietzsche es especialmente intenso. La sencillez de Santiago no impide el desarrollo de las más complejas ficciones nietzscheanas; las tres transformaciones del inicio del Zarathustra, la filosofía del martillo, la muerte de Dios, el superhombre, el eterno retorno y la voluntad de poder son abordados en poco más de cuarenta páginas. ¿El resultado? Dan muchas ganas de leer a Nietzsche. Precisamente, como apéndice, aparecen unas “Sugerencias bibliográficas”, donde Santiago sigue orientando en la lectura de sus filósofos. A propósito de Deleuze, escribe: “Quien quiera hacer una experiencia conmocionante, puede arrojarse a Mil mesetas, recordando que no se trata de entender, sino de conectar, de dejar que circulen intensidades”. Y la verdad es que funciona; es terminar de leer Intensidades filosóficas para salir en busca de aquel otro libro de Deleuze y Guattari, donde desde el título mismo se preguntaban lo que Santiago responde con admirable simpleza: ¿Qué es la filosofía?

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