Noé Jitrik y una novela que se centra en una cuestión: ¿cómo se piensa una novela?
› Por Luciano Piazza
La organización vence al tiempo”, es la frase de Perón que recuerda el profesor Escalante cuando empieza la novela. El profesor está sentado en un café, desempleado, cuando reflexiona que toda la vida luchó en contra del perpetrador de la frase. La mente de un profesor de filosofía es el escenario desde donde se plantea una batalla por la posibilidad de que una trama efectivamente emerja en las páginas. El estilo más convencional de la historia de una novela está en pugna, y se escenifica, y la novela misma describe y reflexiona sobre el intento de crearla. Así Noé Jitrik se presenta en una novela que se piensa a sí misma, y en donde se cruzan las figuras del narrador y del teórico, cuando la teoría sobre la narrativa hace preguntas que resuenan en el departamento de la filosofía.
El profesor Escalante se permite divagar por las discusiones que inventa mientras recuerda a Flaubert y la posibilidad de escribir maravillosamente sobre nada. De lo que surge una simple pregunta: “¿sobre qué trata la novela?”. Para ser fiel a la novela habría que reformularla preguntándonos “sobre qué intenta tratar el narrador”. Porque en gran medida se narra el intento de contar una historia completa. Por un lado hay un conjunto de referentes que anuncian una trama posible: un profesor de filosofía que juega a ser el protagonista, un narrador omnisciente que se asume como tal, un típico bar porteño que se plantea como escenario inicial, estudiantes de filosofía que acosan al profesor con antiguos debates, una pareja discutiendo qué se plantea como intriga y un posible crimen en un hotel cerca del bar. Por otro lado, todo lo que ocurre con esos personajes y en esos escenarios se refuta en la misma novela. Se niegan como realidad aceptada o se cuestiona la veracidad de lo ya ocurrido, y en muchos casos de lo que va a ocurrir.
Desde aquí se podría pensar que se trata de un Jitrik muy textual, reflexionando en cada párrafo sobre la posibilidad de creación, e interviniendo su propio texto al punto de negarlo. Aunque “la novela” como tópico comparte el protagonismo con la mente del filósofo, llena de disputas que atraviesan cientos de años de debates. Parecería que esos debates a veces encarnan en el profesor Escalante para confundir su percepción o trastrocar su realidad. Y como consecuencia plantear un relato que siempre está persiguiendo al sentido.
Es una novela autorreferencial porque su objetivo es el propio relato que va construyendo, o mejor dicho su imposibilidad. La autorreferencia no está planteada desde Jitrik personificado, aunque permite esa lectura, sino por el profesor de filosofía, a quien el narrador utiliza deliberadamente para pensar la novela que está escribiendo. Esa novela intervenida por disrupciones encarnadas en múltiples voces parece buscar el ruido del pensamiento. De esos ruidos que ya están incorporados a la armonía de la totalidad de la escala cromática, ruidos que absorbe la música o viceversa. El resultado en la novela es similar a la cadencia de la persecución del sentido del sueño, aunque en este caso sería uno de esos sueños lúcidos que ocurren de vez en cuando.
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