Novela autónoma pero parte necesaria de la trilogía que Pablo Ramos empezó a entregar con El origen de la tristeza, En cinco minutos levántate María recrea la voz de una madre que en tiempo vertiginoso condensa los núcleos fundamentales de la vida familiar.
› Por Sebastian Basualdo
Una mujer se despierta de un sobresalto. La voz de su hijo, el nombre de uno de sus hijos, la arranca de la realidad onírica: pronto tomará conciencia de que se encuentra acostada en su cama, junto a su marido. El silencio de la habitación resulta ensordecedor por la madrugada, cada mínimo detalle se revela ante la penumbra para desbaratar la noción del tiempo y dejarla sola con su propia voz como tambores contrariados en la conciencia. Así comienza En cinco minutos levántate María, la nueva novela de Pablo Ramos que parece cerrar a modo de trilogía el proyecto narrativo iniciado con El origen de la tristeza, con un cambio de perspectiva realmente notable: la mujer que ahonda en sus recuerdos durante cinco minutos es la madre de Gabriel, aquel hombre que en La ley de la ferocidad tuvo que afrontar la noticia de la muerte de su padre y comenzar una lucha secreta con la vida y la literatura. “¿Qué es lo que puedo hacer para iluminarte el alma, Gabriel? Tal vez decirte que te entiendo, que desde chico entendí tu mirada, entendí ese espíritu distinto que soplaba en vos. Que sopla, querido, aunque quieras negarlo, aunque intentes apagar un fuego con otro fuego”, se dice a sí misma María ahora que ha comenzado a habitar esos cinco minutos que corren paralelos al reloj porque provienen de ese costado de la realidad al que sólo tienen acceso mujeres como ella, mujeres sabias y fuertes que, sin miedo a las peores verdades, en un mundo superficialmente regido por hombres, han logrado siempre inventar algo para salir adelante.
De esto mismo se trata esta última novela de Pablo Ramos. Acaso ésa sea la razón por la cual puede leerse de manera independiente: una mujer abnegada que es a la vez hija y madre, esposa y amiga, resulta más real que verosímil cuando se la enmarca en una época, un contexto sociocultural bien limitado, aunque en modo alguno excluyente si se piensa que no hay un estrato social completamente libre de ideología machista. “Es que este hombre esa vez me dio una cachetada. Yo hice la pantomima de irme, de decir que los abandonaba, a él y a los chicos, para siempre. Y nunca más lo llamé para mis adentros ‘marido’.”
Por supuesto, En cinco minutos levántate María asume toda su verdadera dimensión al ligarla como el último eslabón que conforma la trilogía: la madre de Gabriel sabe que una vez que se levante de la cama y decida afrontar el día nada volverá a ser como antes, por eso resulta imperioso que primero realice el viaje más largo, como un modo de entender lo que se avecina: ir hacia su infancia, o mucho más atrás, incluso, a la verdad sobre el origen aristocrático de su apellido, que contrastó siempre con su procedencia humilde, y desde allí entonces generar un puente tendido hacia todas las personas y momentos que conformaron su vida en el seno de una familia de artistas, con un padre que fue solista en la orquesta de Héctor D’Espósito y un tío medio cimarrón, entrañablemente generoso y consecuente, al que le bastaba mirar para convertirse en aprendiz de la vida. “Me gustaría que Gabriel escribiera sobre tío Héctor, una historia que contara cómo era él, cómo sentía la amistad y la palabra como un deber” , dice María Reyes mientras sin darse cuenta hilvana esa misma historia que la abarca íntegra como mujer para generar una mirada distinta a temas que, si bien ya fueron planteados por Pablo Ramos en dos de sus novelas, como por ejemplo la relación conflictiva entre un padre y un hijo minados por el silencio y la incomprensión mutua, se resignifica en la visión conciliadora de una madre, la que intenta desentrañar los momentos que fueron determinantes para la vida conyugal y familiar, ya fuera el descubrimiento de infidelidad por parte del marido o el verano en que Gabriel se perdió en la playa de Santa Teresita.
Cinco minutos son largos; abarcan toda una vida bajo el orden arbitrario de la reminiscencia. Con un desenlace notable que decanta lentamente al tiempo que la prosa se acelera a ritmos agigantados hasta alcanzar lo vertiginoso, En cinco minutos levántate María resulta profunda y conmovedora, absolutamente necesaria para comprender el universo poético que entraña la literatura de Pablo Ramos.
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