Dom 24.04.2011
libros

Cuidados intensivos

Por fuera de la familia tradicional, dos amigas vivirán, a partir de la enfermedad terminal de una de ellas, un verdadero desafío a la amistad y a las creencias feministas de toda una generación. Una fuerte novela que marca el regreso de la australiana Helen Garner.

› Por Mariana Enriquez

Una mujer, Helen, prepara con esmero y en detalle el cuarto de invitados de su casa para recibir a Nicola, su amiga de Sydney. Ambas tienen más de sesenta años, fueron jóvenes bohemias, son independientes, cultas, fuertes. La visita, sin embargo, no es un reencuentro feliz de las amigas: Nicola llega a Melbourne para someterse a un tratamiento alternativo para su cáncer terminal. Un tratamiento que consiste en inyecciones de vitamina C, enemas de café y otras extravagancias que ponen a prueba el escepticismo y la inteligencia de su amiga; Helen cree que el tratamiento es charlatanería y verdadera crueldad –los métodos de la clínica son muy poco ortodoxos– pero, por otro lado, no quiere desanimar a su amiga y hasta se cuestiona su propio sistema de creencias. Por poco tiempo, sin embargo: las noches fatales con Nicola agonizante y negadora, los “médicos” desaprensivos, el optimismo ciego de la enferma, la llevarán al límite de su paciencia. La habitación de invitados, la novela de la australiana Helen Garner (1942), es autobiográfica: ella misma cuenta que quiso narrar los “crímenes emocionales” cometidos mientras cuidaba de una amiga querida que murió en 2006. Pero en el relato de su experiencia consigue, además de una novela increíblemente dinámica, vivaz y espeluznante en su intimidad con el dolor y la muerte, un inteligente relato sobre la madurez de las mujeres emancipadas, las mujeres que no han tenido hijos, que han elegido otro tipo de familia.

¿Cómo se juegan las fidelidades de la amistad? ¿Son tan firmes como los lazos de sangre? ¿Es posible vivir y morir con una familia elegida? Es una pregunta que, con otros propósitos y en otros registros políticos, respondieron relatos de la literatura gay sobre el sida y la muerte, como El faro de Blackwater, de Colm Toiblín, o Una casa en el fin del mundo, de Michael Cunningham. En ese sentido, La habitación de invitados pertenece a la literatura feminista preguntándose sobre el desamparo de una mujer que elige una vida distinta de la familia tradicional. Nicola, en un momento de debilidad, lo pone en palabras: “Tú has formado una familia. Yo he desperdiciado mi vida”. Pero, hacia el final, su voluntad y los vínculos que supo mantener la sorprenderán.

También es una novela sobre lo insoportable y terrorífica que resulta la enfermedad. Helen es la enfermera perfecta de su amiga, pero está todo el tiempo furiosa, atormentada, indignada. Nicola es egoísta en su impostado optimismo, en su obstinación por creer en la clínica chanta. “Estar cerca de ella es como si me pusieran una inyección de locura”, le dice a Helen la sobrina de Nicola, tratando de consolarla, de explicarle que no es sólo ella la que pierde la cabeza y la paciencia. Dijo Garner en una entrevista: “El libro está lleno de culpa, muchas veces sentí que traicionaba a mi amiga, que traicionaba nuestra hermandad femenina además de nuestra amistad”.

Helen Garner, nacida en Melbourne, es famosa en Australia; hacía, sin embargo, dieciséis años que no publicaba ficción y su regreso a la escena literaria con esta intensa, hermosa y por momentos bestial novela fue sumamente exitoso. Desde el comienzo de su carrera, a fines de los ‘70, se la consideró una de las más interesantes escritoras realistas y feministas de su país. En 1977 publicó Monkey Grip, una novela sobre desocupados, artistas y adictos que vivían en una casa comunitaria con ayuda del Estado en Melbourne; muchos años después contó que el material para escribirla había sido tomado de sus diarios personales. Su siguiente novela, también autobiográfica, fue The Children’s Bach, sobre un matrimonio que entra en crisis cuando se le presentan alternativas sexuales. Los años sin escribir ficción, que van desde Cosmo Cosmolino en 1992 a este La habitación de invitados, los ocupó, sobre todo, en libros de no ficción, en general sobre crímenes sexuales –muchos de ellos fueron best-sellers–. Sus temas son los ámbitos privados; su mundo es la vida cotidiana. “No creo que nada sea completamente inventado –dice–. Nadie siente la necesidad de contar una historia completamente imaginaria. Antes sentía la obligación de inventar cosas. Me sentía un fracaso porque no escribía la gran novela australiana, o épicas del desierto. Pero ya no me siento así. Desde hace mucho tiempo.”

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