Las guerras se seguirán contando y revisando indefinidamente. Sus causas, sus consecuencias, sus archivos públicos o secretos seguirán pasando generación tras generación, aunque sus protagonistas estén muertos, enterrados o desaparecidos, aunque hasta el último juicio logre su sentencia; siempre habrá una historia singular, una mirada que tenga algo más para decir sobre lo que significó la guerra en la historia personal y en la de toda una nación. Los relatos que produce la revisión de la historia generan nuevas formas de pensar la producción discursiva del presente. En este sentido, la creación literaria es otra forma de revisión, y la última novela de Andrew Sean Greer, otra historia que vuelve la mirada sobre las guerras del siglo XX.

Historia de un matrimonio abarca la Segunda Guerra Mundial, Vietnam y la guerra fría desde el transcurrir de la vida de una pareja: “Esta es una historia de guerra, pero no debería haberlo sido. Empezó como una historia de amor, la historia de un matrimonio, pero la guerra se ha adherido a ella, igual que polvo de vidrio. No es el clásico relato de hombres en el frente, sino de quienes no fueron a luchar”. Esto reflexiona la protagonista, Pearlie, casi al final de la historia cuando ya anciana se sienta a narrar su vida, los espejismos en los que ha creído, la fatal determinación del contexto histórico en el que una mujer negra y pobre debe “decidir” el rumbo de su vida en un escenario como el que fue Estados Unidos durante los años ‘50. Ese momento de mayor auge del macartismo, en el que comenzaba la lucha por los derechos civiles de los negros y al mismo tiempo se condenaba a muerte al matrimonio Rosenberg, acusados de ser simpatizantes del comunismo, es el mismo momento en que Perlie se encuentra cuidando de su esposo y a su hijo en una humilde casa sobre el océano Pacífico. Ella cuida del corazón de su marido que volvió débil de la Segunda Guerra, transformando el mundo que lo rodea como una buena y abnegada esposa. Recorta las noticias más crudas del periódico, duerme en otra habitación para no incomodar su sueño y hasta le consigue un perro que no ladra. La paz del hogar se mantiene hasta que un viejo amigo de su marido vuelve a entrar en sus vidas para dar vuelta por completo esa paz obtenida a fuerza de silencios.

Historia de un matrimonio. Andrew Sean Greer Salamandra 219 páginas.

Greer, autor de Las confesiones de Max Tivoli –novela que inspiró la película El curioso caso de Benjamin Button–, desarrolla una trama en la que poco a poco van cayendo no sólo las ficciones que dentro de una pareja cada uno construye del otro, sino que también caen las ficciones del relato histórico. “Lo hemos visto todo. Pero ¿qué hemos entendido de verdad?”, se pregunta Perlie en la primera página, entonces los hechos históricos serán narrados como una reflexión a esa pregunta. ¿Qué de todo lo que ha pasado y de lo que pasa en el presente podemos verdaderamente comprender? El mismo autor de la novela, mientras investigaba el mundo de los 50 mediante la lectura de periódicos, leía títulos como “Se aproxima el fin del mundo” junto a la publicidad de una gran subasta imposible de desaprovechar. En Historia de un matrimonio, el recorte del relato histórico se plantea desde la perspectiva de los “cobardes”: hombres que vivieron encerrados durante años para evitar ir a la guerra, objetores de conciencia que eran mandados a campos de concentración –similares a los que estaban liberando en Alemania– donde eran torturados física y psicológicamente para ser luego usados como muestrario humano en investigaciones científicas. Lo que se investigaba: cuál sería la ración mínima de comida con la que se podría alimentar a los soldados desnutridos que volvieran de la guerra. El método: durante seis meses se dejaba de alimentar paulatinamente a las muestras hasta volverlas esqueléticas, todo para lograr el mayor rendimiento del presupuesto en alimentación de ex combatientes.

Historia de un matrimonio tiene la profundidad existencial de las grandes novelas clásicas comprimidas en apenas doscientas páginas, con un alto voltaje de giros en la trama que, sin embargo, en ningún momento caen en el lugar del artificio. Y mientras sus personajes son diseccionados en sus miserias y pasiones, sus sacrificios y contradicciones, vemos desmoronarse a su vez a un Estado que les miente tanto como se mienten a ellos mismos. No quedan ya certezas, sino la propia vida como campo de batalla, mapa genealógico de esas otras, inacabables, guerras privadas.