Los catorce cuentos de Para limar parecen el resultado de una aventura literaria emprendida por una estrella de rock. Pero no, son las historias inéditas y alucinantes de Reinaldo Revagliatti, joven escritor experimental convencido de los efectos que puede crear la literatura, a tal punto que uno de estos relatos, “El aponeurótico”, ya cuenta con un cortometraje dirigido por Luis Mazzarello que puede verse en YouTube.

Un cebador experto, Rudesindo Fuentes, que parece sacado de los viejos relatos de guapos, vendedor de mates en un puesto en Plaza San Martín; un empleado de seguridad que se va de parranda y descubre su capacidad de seducción; un asiduo cliente de supermercado chino dispuesto a meterse con la mismísima mafia y un carnicero poeta son algunos de los poderosos personajes que desfilan por estas páginas. Anacrónicas guerras futuristas, expedientes policiales apolillados, persecuciones entre Bin Laden y Obama en el pool New Duncan de Terrada y Rivadavia –emblema de la noche porteña adolescente que, hasta el momento, no contaba con homenajes literarios–, son algunos de los condimentos fuertes de este libro. Catorce relatos ágiles –hipnóticos por momentos–, en los que parece subyacer siempre una historia policial y un brote psicótico, aun cuando no aparezcan de manera explícita, es decir, casi como parte del aire, de la atmósfera.

“Pancho Estertor se regeneró en generación degenerada por otros genes que le gestionaron grandes genitales. Gimoteó cuando el soplo de la vida le devolvió los músculos, los hombros, los órganos y la piel. Y retrocedió”, puede leerse en “Anticuento desesperado acerca de los últimos momentos de Pancho Estertor”.

Una combustible combinación de escritura carnal con nervio poético, neologismos salvajes y descripciones con pelos al viento de una ciudad de Buenos Aires transitada con calle y sensibilidad, es el resultado de la exploración literaria de Reynaldo Revagliatti, joven maldito que logró convertir su experiencia en música a todo volumen, con la única melodía de la palabra.