Por Valentín Díaz

La identidad es, ante todo, un terreno de lucha. Tan viejo como el hombre, este problema, en su inflexión moderna, implica modos específicos de construcción del sí mismo y, necesariamente, del otro. Es por esto que desde/ hacia la identidad puede ser pensada una multiplicidad de problemas, y su definición será cualquier cosa menos ingenua, pues en ella se juega siempre un modo de política.
Identidades, sujetos y subjetividades es un buen ejemplo de esto. Compilado por Leonor Arfuch, y conformado por artículos de diferentes autores, su rasgo distintivo es la heterogeneidad: tanto de posiciones teóricas en algunos casos, como de disciplinas y problemas específicos analizados.
La primera sección, “Teorías”, se ocupa de delimitar el problema teórico. Funciona como estado de la cuestión, plantea las diferentes opciones para pensar la identidad, y sobre todo busca posicionarse con respecto a las tendencias del pensamiento contemporáneo. En este sentido, al margen de las diferencias, lo que resultará evidente es que la identidad no es algo que se tiene o se pierde sino más bien un efecto posicional. Lo importante es su cualidad relacional e intersubjetiva.
Luego, las dos secciones restantes se centran en análisis concretos. En este sentido, el armado del libro dice mucho con respecto a qué significa preguntarse por la identidad hoy en la Argentina (aunque específicamente los artículos se circunscriben a la ciudad de Buenos Aires), y la respuesta es contundente: la post-dictadura y las minorías sexuales. El impacto que ha implicado la aparición de una categoría nueva (el desaparecido), y los modos actuales de relacionarse con ese pasado; y la proliferación de políticas de reivindicación de la diferencia sexual son las dos zonas –estarían planteando los autores– en las que se juegan modos concretos de definir la identidad.
Los usos del espacio urbano (monumentos, parques, museos), el arte y los límites de la representación del pasado traumático, las políticas de la memoria, y luego, las representaciones mediáticas del travestismo, el impacto de la aparición del sida, la politización de la diferencia sexual, son las diferentes instancias culturales que van ingresando en los artículos. A su vez, algunos análisis de casos se centran en el efecto generado por estos fenómenos en las políticas oficiales: el proyecto del Parque de la Memoria y los debates en torno al Código de Convivencia Urbana, como intento de respuesta por parte de los gobiernos a uno y otro problema. Si bien cada autor aporta elementos importantes en pos de la definición y problematización del objeto, el artículo de menor interés es el primero de los dedicados a la memoria pública del terrorismo de Estado. Más allá de que sobre el final se aclare que fue pensado para un lector europeo, es justamente este elemento el que hace que no sea más que un recorrido descriptivo, y que se eludan los núcleos problemáticos, abusando de un sentido común progresista.
Identidades, sujetos y subjetividades conforma entonces un completo recorrido por diferentes opciones para pensar la identidad, demostrando su importancia, en tanto problema que a nadie le es extraño. A su vez permite comprender el modo en que (una vez superado el esencialismo) la identidad adquiere peligrosidad en tanto no puede sino aparecer como experiencia de los límites: un tránsito por los bordes que separan/ unen lo singular y loplural, a lo largo del cual se hace evidente la dimensión política de la intimidad.