Lun 17.06.2002
libros

EN EL QUIOSCO › RESEÑA

Relaciones peligrosas

LA PASIóN DE LOS POETAS La historia detrás de los
poemas de amor
Jorge Boccanera
Alfaguara
Buenos Aires, 2002
364 págs.

POR LAUTARO ORTIZ

A partir de las huellas que veintiún poetas latinoamericanos (entre otros: Neruda, Vallejo, Tuñón, Manzi, Vilariño y Molina) dejaron impresas para siempre en sus poemas amorosos, Jorge Boccanera asume la aventura de reconstruir las historias pasionales que inspiraron esos textos y devela los rostros de las personas para quienes fueron escritos. El resultado: un libro que despeja definitivamente la espesa neblina de esos géneros marginales de la crítica, en la frontera entre periodismo y literatura; justo ahí donde muchos autores suelen perder el rumbo. La pasión de los poetas enseña cómo la biografía, el ensayo, la crónica, la entrevista y el relato de ficción pueden convivir en perfecta armonía siempre y cuando estén regidos por el mismo reglamento: rigurosidad e imaginación van de la mano.
Así, el autor logra establecer las reglas de esas “historias de vida” a las que recurrió en anteriores trabajos, como Angeles Trotamundos (1993) y Malas compañías (1997). Los relatos –explica Boccanera en el prólogo– “se nutren de la investigación, el anecdotario, la crónica, las fotografías, las voces de terceros, la entrevista y el comentario crítico, tratando de capturar la respiración del personaje, sus gestos, su modo de vibrar en un aire íntimo de espontaneidad”: un Leopoldo Lugones perseguido por un hijo (el comisario) que noche y día intenta desenmascarar el fervoroso amor de su padre por una joven estudiante de nombre Aglaura; un Vicente Huidobro disfrazándose con barba y bigote falsos para iniciar una fuga con la adolescente Ximena Amunátegui, mientras son perseguidos por los familiares de la menor; o las historias de tinte policial gestadas por la pasión violenta entre Nahuel Olin y el muralista Gerardo Murillo o Delmira Agustini y su esposo/amante Enrique Reyes.
Es importante añadir que La pasión de los poetas no se queda en la simple anécdota que esconde un poema de amor. Los relatos (que transitan la peligrosa intimidad de la vida privada sin caer en el descaro) están estructurados de tal manera que pueden aceptarse como una apretada y nueva biografía de cada uno de los poetas elegidos, o bien como un recorrido ensayístico por sus obras.
Casi todos los protagonistas de estos episodios amorosos están relacionados entre sí, ya sea por amistad, a través de encuentros casuales o por compartir un mismo espacio. Es por esto que el autor puede afirmar que su libro también es conversación en “una mesa de bar” donde dialogan los poetas elegidos: mientras Raúl González Tuñón revela su amor por Amparo Mom, aparece fugazmente Gabriela Mistral, a quien se verá capítulos más adelante vagar por los pasillos del Hotel Continental, en Temuco, recordando las instancias de su propio amor. En los recuerdos de Manzi y sus mujeres se asoma el poeta y periodista Héctor Blomberg que páginas más tarde revelará, sentado en la redacción de Caras y Caretas, quién fue en verdad “La Pulpera de Santa Lucía”.
Hay dos momentos que se destacan, en cuanto a la investigación: el titulado “Erotismo al rojo blanco”, donde se relatan el origen del popular bolero “Usted”, escrito por Elías Nandino y musicalizado por Gabriel Ruiz. A partir de una charla informal con el poeta mexicano, Boccanera sugiere que esa canción, en realidad, estuvo dirigida a un hombre, entre los muchos que amó Nandino, y no a una mujer como se cree: “Usted es el culpable...”, sería la verdadera versión.
La otra curiosidad se encuentra en el capítulo “Los rostros de Malena”, donde Homero Manzi baraja en silencio el nombre de aquella mujer que “cantaba el tango como ninguna”. Mientras Nelly Omar, Azucena Maizani y Elena Tortertolo, entre otras, se disputan su lugar en el misterio, el autor imagina un posible acercamiento entre el poeta tanguero y Federico García Lorca, quien por esos años visitaba Buenos Aires. Ambos –escribe Boccanera– “comparten espacios comunes: la formulación de la copla, el símbolo de la sangre y la luna...”, y, por qué no, ese misterio con nombre de mujer.

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