EN EL QUIOSCO › POSMORTEM DAGUERROTYPES
NICOLáS PINKUS
TSé-TSé
BUENOS AIRES, 2002
60 PáGS.
Sobre gustos
POR WALTER CASSARA
En la segunda parte de este libro del joven y debutante poeta Nicolás Pinkus (nacido en Buenos Aires en 1969, periodista y docente universitario), puede leerse: “en la noche de su gabinete,/ Emerson desliza la yema de sus dedos sobre el daguerrotipo del ausente/ Waldo, 1842, el tiempo/ se ha congelado/ esta mano que acaricia/ el torso sepia/ la blanca mirada/ deja inundar de huellas paternales/ la imagen muerta”. Y aquí Emerson no es sólo el personaje histórico, el poeta y predicador del trascendentalismo norteamericano, sino ese Otro que todos imaginamos ser y que toda escritura poética invoca desde la cámara oscura del lenguaje, como una apariencia borrosa y dislocada en el tiempo, una máscara inaprensible y conmutable por otra.
Con versos sincopados y una entonación polifónica, Posmortem Daguerrotypes se estructura en dos partes: la primera contiene un conjunto de poemas en los que predominan las imágenes gustativas y cuya metáfora central parece aludir a un banquete de lo imaginario en el que todos los convidados se empecinan en ayunar, sentados a una mesa servida de palabras y de sabores alucinatorios o manjares anoréxicos; la segunda parte del libro comprende poemas en los cuales el proceso de ingestión-digestión deriva hacia la metafísica y el monólogo lírico, y donde el antiguo dispositivo óptico del daguerrotipo es resignificado y aplicado como un espejo deformante sobre la identidad. En esa urdimbre solipsista del texto los objetos se escurren pasivamente como “fotogramas apurados con el sueño”, y el yo poético resulta una instancia ilegible, una mera combinatoria de sustantivos y adjetivos ordenados según una sintaxis erizada de reflejos simultáneos y automáticos.
De este modo, podría decirse que el concepto de “cliché” adquiere en la poesía de Pinkus un tratamiento literal intensivo: no sólo cada nombre y las letras o tipos que lo componen, sino el lenguaje en su totalidad es representado como una caja de clichés, de imágenes en negativo y lugares comunes que repiten mecánicamente lo que sólo podría manifestarse por medios analógicos.
Entre una mirada que desvaría y un paladar fantasmagórico, Posmortem Daguerrotypes busca afanosamente un “punctum”, alguna zona de anclaje en lo real; presentándose en el actual panorama de la poesía argentina como uno de esos libros anómalos, inclasificables o huérfanos de mito literario.