EN EL QUIOSCO
Salvando las diferencias que pudieran
tener (tratándose, en un caso, de una revista ilustrada de poesía
y en el otro de una revista cultural, en sentido amplio), tanto El Jabalí
como El Arca se vieron obligadas a mantener un silencio de dos años merced
a la crisis con que coronó su pasó por estas pampas el huracán
neoliberal, en sus indistinguibles versiones peronista y radical. Pasado el
temporal, durante el cual El Arca pudo refugiarse en las virtualidades de Internet,
ambas revistas vuelven con renovados bríos, más de una década
después de sus primeros números.
En el reencuentro con sus lectores, El Arca presenta un volumen extraordinario
de 138 páginas (unas 50 páginas más de lo que solía),
con el modo habitual de desplegar sus notas, es decir, mezclando producción
propia con extractos de libros ajenos (de los cuales no siempre se coloca la
cita, como en el de Bertrand Russell o Luis Goytisolo, igualmente interesantes
por cierto) y mezclando los más diversos temas, desde cuestiones científicas
o históricas hasta el papel que juega la mujer en la sociedad o diversos
análisis de la “realidad argentina”.
Por su parte, El Jabalí presenta un breve dossier sobre Nicolás
Olivari (1900-1966), titulado “Buenos Aires sórdida”, con
un artículo introductorio de Horacio Salas que incluye un elogio de Borges
–algo equívoco, hay que reconocerlo–, quien hacia 1926 señaló
que “no creo en su talento: creo en su genialidad”. Según
informa Salas, Olivari fue un participante algo descentrado del círculo
martinfierrista, debido a que “extrae su temática de ciertos enveses
sórdidos de la ciudad donde habitan prostitutas sifilíticas, pobres
empleaditas cursis, muchachas tuberculosas, antiguas dactilógrafas dadas
a la prostitución, camareras de oscuros fondines”, y etcéteras
varios. El informe también incluye una breve antología de Olivari
y un artículo en prosa del mismo poeta. El Jabalí se completa,
entre otras secciones, con una introducción al “nadaísmo”,
movimiento de la poesía colombiana nacido bajo la influencia beatnik
(que incluso llegó a tener tímidos imitadores argentinos) fundado
por Gonzalo Arango en 1958.
Hablar de poesía,
Nº 10 (Buenos Aires: diciembre 2003)
Más fortuna financiera tuvo Hablar de poesía, que logró
sacar dos números durante 2002; y también en este 2003 pudo mantener
la misma frecuencia que conserva desde su aparición en 1999. De elegante
factura, la revista dirigida por Ricardo H. Herrera abre con un editorial en
el que se queja de los críticos que siguen atorados “persiguiendo
obstinadamente una objetividad (una justicia) ideológica que deja de
lado la objetividad (la justicia) estética”; se puede gozar de
la voz de Quevedo sin ser monárquico y de la voz de Lugones sin ser militarista,
asegura.
Para destacar del voluminoso número de 340 páginas: un diálogo
de Irma Emiliozzi con Juan José Hernández a propósito de
la edición de su obra completa y la reseña escrita por Walter
Cassara de la Obra completa de Héctor Viel Temperley, recientemente elegida
por este suplemento como mejor libro de poesía nacional editado en 2003.
Martín De Ambrosio
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