EN FOCO
El año 2010 se ha convertido en faro catalizador de una mirada hacia el futuro. Debates de mayo. Nación, cultura y política, fruto de las jornadas que tuvieron lugar en mayo de 2005 en la Biblioteca Nacional, trae la grata novedad de convertir un evento oficial en una suma de estimulantes intervenciones del campo intelectual.
› Por Gabriel D. Lerman
Si algo nuevo produjo el período abierto tras el colapso general de 2001 fue un tímido resurgimiento del debate político, y por lo tanto de ideas, con un rango algo más firme y visible que el eclipse en que la economía había tenido a la política a lo largo de una década. La sustracción de la política o su sumisión a la convertibilidad fue un fenómeno que podría fecharse exactamente en el momento en que, como sociedad, la Argentina emergió de la hiperinflación. La condena del neoliberalismo está hoy en boca de gran parte de los protagonistas políticos, incluso en sectores que, sin solución de continuidad, pasaron de ser sus abogados y beneficiarios a posar de fiscales y verdugos. Así como la ola privatizadora de los ’90 debió agradecerle eternamente al naufragio inflacionario de los ’80, las coordenadas actuales en que navega el país le deben mucho a la catástrofe en que terminó el modelo precedente. ¿Resulta sustanciosa la discusión sobre nación, nacionalismo, política, populismo, distribución del ingreso y ciudadanía que, a veces en sordina, a veces de soslayo, se hace presente? ¿Qué importancia tienen estos temas de cara al 25 de mayo de 2010?
Esta introducción sería otro ejercicio de pereza intelectual si no estuviéramos ante un libro, Debates de mayo, que compila una serie de ponencias y discusiones producidas el 19 y 20 de mayo de 2005 en la Biblioteca Nacional, bajo la consigna no poco ambiciosa de pensar la Argentina de cara al Bicentenario de la Revolución de 1810 que se celebrará dentro de cuatro años, y si no fuera porque la convocatoria estuvo hecha desde la Secretaría de Cultura de la Nación. La fórmula “evento intelectual-cultural impulsado desde el gobierno que culmina en libro” suele dar folletería profusa, propaganda generosa y efectos políticos y culturales nulos. En este caso, sin embargo, la iniciativa de José Nun ofrece algo distinto. En primer lugar porque los intelectuales convocados saben de lo que hablan y lo exponen en línea con su trayectoria y sus trabajos previos: José Carlos Chiaramonte, Jorge Myers, Marcela Ternavasio, Elías Palti, Natalio Botana, Eduardo Rinesi, Hilda Sábato, Fernando Devoto, José Pablo Feinmann, Pablo Alabarces, Horacio González, Maristella Svampa y Alejandro Grimson, entre otros. Historiadores, politólogos, sociólogos, pensadores y etnógrafos vuelven una y otra vez sobre la Nación Argentina, en la medida en que contextualizan su invención, sus mitos de origen, sus reinvenciones, los sucesivos proyectos que la corporizaron, incluso la idea misma de celebrar el Centenario en 1910, todo un acto político de la generación del ’80. El propio Nun abre el debate con una cita de Durkheim sobre el significado del festival en los aborígenes australianos, y de cómo esa festividad es concebida como un gran momento de entusiasmo colectivo, de efervescencia, donde se revisan valores y normas, donde se desrutiniza la cotidianidad y se altera la reproducción mecánica. En tal sentido, Nun imagina el Bicentenario como un replanteo nacional que permita quebrar definitivamente las innumerables crisis padecidas. A diferencia de iniciativas al respecto que se habían presentado en gobiernos anteriores, es la primera vez que se liga una conmemoración próxima con un debate político y social. Las respuestas de los convocados están a la altura de las circunstancias y hasta resulta escaso el tamaño del volumen por los ejes que se ponen de manifiesto y las ideas planteadas. De la erudición de Chiaramonte a la crítica de Svampa, de las revisiones del pasado que hacen Botana, Gutman, Devoto y Bertoni a las prefiguraciones que apuntan Grimson y Amati, Alabarces, González, Alejandro Cattaruza e Inés Pousadela. La lectura en conjunto deja la sensación de que hay mucha materia gris que camina dispersa, y de un campo intelectual que requiere de citas más a menudo. Sobre todo en la forma del cruce interdisciplinario, del antagonismo, del intercambio que no consuela sino que provoca. Del mismo modo, resta saber la articulación que estas ideas tendrán con la política de todos los días y con la marcha del actual gobierno. Es de imaginar que este acto-libro sea apenas un punto de partida ante lo que queda por recorrer. Y que el festival de Nun, que reniega del mero protocolo escolar repetitivo, aún no empezó, pero está preparando a sus libretistas.
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