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Tendría que incluirse en el hipotético decálogo del escritor precavido un ítem que dejara expreso que todo lo que saben sus amantes y/o parejas va a parar, tarde o temprano, a la parrilla de los chimentos. Pasó con Jeanne Duval, la Venus negra de Baudelaire y la joven costurera oriental de Balzac. Ahora es el turno de Yvonne Cloetta, la amante del escritor Graham Greene durante más de tres décadas. Yvonne (nombre poderoso si los hay) conoció al autor de El tercer hombre en la primavera de 1959 y lo acompañó hasta los últimos días de su vida. Los dos sellaron su unión al mismo tiempo que superaban sus respectivas rupturas, ya que ella estaba casada con un ejecutivo francés con el que tuvo dos hijas, mientras que él pasaba su momento más difícil luego de separarse de su esposa, Viven Dayrell-Browning, con quien también tuvo dos hijos. Mi vida con Graham Greene, entonces, libro testimonio de Yvonne, relata los encuentros de los amantes en París y la intensa relación, aunque por momentos a la distancia, que nunca se interrumpiría. La obra permite al lector acceder no tanto al mito de uno de los escritores más destacados del siglo pasado con fama de kamikaze sino, más bien, a un hombre defensor de los derechos humanos, atormentado por la melancolía y comprometido con las causas políticas. El libro también refleja el perfil de una mujer seductora, vital y optimista, que prefirió mantenerse siempre en un segundo plano, a pesar de haber intervenido notablemente en la edición de varios de los libros de Greene.
La editorial Anagrama va a publicar por primera vez en español uno de los míticos cruces entre música y literatura: Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera. Así podrá pedirse la crónica que escribió Sam Shepard sobre el mítico y enloquecedor tour que en 1975 inició Dylan junto a una particular troupe de artistas de toda escala, entre los que estaban Joan Baez, Joni Mitchel y el poeta beatnik Allen Ginsberg, quien le hizo conocer a Dylan la tumba de Kerouac. Todo lo cual hizo que resumiera su experiencia con una frase mítica: “Cuando dejé la carretera, veía doble, pero seguro que fue un viaje fenomenal”. Se trata del famoso itinerario en el que Dylan recorrió las rutas secundarias del noroeste de Estados Unidos, y a lo largo del cual Sam Shepard, por su parte, había asistido como guionista a sueldo de una película imposible que habría de ilustrar el alocado Rolling Thunder. Shepard comprendió que la presencia de un guionista en aquel delirio (que, según algunos, provocó el suicidio del folk-singer Phil Ochs por ser excluido debido a su borrachera, pese a ser coautor intelectual) estaba condenada al fracaso, así que se dedicó a ser testigo literario del viaje. Fue así como la gira, una sucesión de performances de Dylan y sus amigos, constituyó el alimento perfecto para la potente literatura de Shepard.
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