Tres relatos sobre los comienzos de Montalbano.
› Por Ezequiel Acuña
El primer caso de Montalbano
Andrea Camilleri
Salamandra
317 páginas.
Cuando un personaje como Salvo Montalbano alcanza cierta popularidad, no es raro que su autor le dedique alguna entrega al esclarecimiento de los sucesos previos a las grandes aventuras del héroe. Esto supone, muchas veces, la publicación poco afortunada de un relato pormenorizado de infancia, traumas, amores perdidos y otros tantos eventos que poco tienen que ver con lo que llevó al héroe al podio. Sin embargo, siempre existen las excepciones y los escritores astutos y cuidadosos como Andrea Camilleri. El primer caso de Montalbano presenta tres nuevos relatos del policía siciliano. Entre ellos, el cuento que da nombre al libro narra los comienzos de su historia como comisario, su ascenso y traslado a Vigàta, esa ciudad portuaria inventada por Camilleri que recoge las mejores y las peores características de la Sicilia profunda. Montalbano explora su nuevo destino y sobre su inocente recorrido se irán articulando los hechos que disparan la investigación. Sin embargo, da la sensación de que Camilleri se tomara su tiempo –y una buena cantidad de páginas– para delinear con precisión el paisaje de la ciudad, su movimiento, sus personajes, y sobre todo las obsesiones y hábitos gastronómicos de su querido Montalbano, adorador de la cocina italiana. El cuento del título aporta además dos curiosas aunque breves apariciones estelares. Por un lado, Camilleri pone en escena a Libero Sanfilippo, antiguo jefe de Montalbano de quien ha aprendido a cultivar el ojo clínico. Por el otro, el padre de Montalbano lo visita en su nueva comisaría dejando al pasar algunos buenos consejos para la resolución de la investigación.
En “Siete lunes”, otro de los cuentos del libro, un asesino en serie de animales lleva a cabo sus crímenes todos los días lunes por la madrugada. Con escenas que rozan lo ridículo, Camilleri explota la faceta cómica de la literatura noir acercando el relato al terreno de la parodia. Un detalle llama la atención en “Regreso a los orígenes”, el último de los relatos: Salvo Montalbano lee artículos de Borges. Y uno de los pasajes aparece citado haciendo las veces de disparador para una aguda reflexión sobre la percepción y la selección objetiva de los detalles. El instinto de caza de Montalbano se pone a prueba en la investigación de un secuestro express, logrando una trama policial contundente y moderna que retrata el accionar de la mafia actual, escondida detrás de grandes empresas.
Estos tres nuevos cuentos tienen en común, dice Camilleri, la ausencia de delitos de sangre. “No hay ningún muerto —humano— en estas páginas.” Sin embargo, y además de la publicación conjunta, aquello que los pone en relación responde a una naturaleza distinta. Más bien los relatos parecen complementarse al presentar tres etapas distintas en la vida de Montalbano con tres estilos marcadamente diferentes. La construcción de un ambiente regional, el humor y el tratamiento filosófico de sucesos cotidianos atraviesan las historias haciendo de El primer caso de Montalbano una muestra precisa de los caminos que Camilleri ha explorado en sus libros anteriores.
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